El normal abastecimiento de agua de La Palma se
verifica gracias muy en especial al aprovechamiento
de sus recursos hidráulicos subterráneos: de los caudales
que por el momento se consumen en ella, más
del 90% provienen de manantiales, pozos y galerías.
Incluso los de origen superficial en apariencia derivados
del cauce de Las Angustias, deben gran parte
de su existencia a los nacientes y galerías del interior
de la Caldera de Taburiente, cuyas aguas, antes
de alcanzar los tomaderos, se dejan correr libremente
por los lechos de los barrancos.
Esto es así ahora como lo ha sido siempre: hasta
finales del siglo pasado, prácticamente no se aprovechaban
en la isla otras aguas que las que brotaban
espontáneamente en sus numerosos manantiales; a partir
de entonces se empezó a disponer, además, de las
alumbradas en las galerías y pozos con las que se han
ido explorando los subsuelos insulares.
Son, por tanto, las cuestiones relativas al alumbramiento,
extracción y aprovechamiento de las aguas
subterráneas las que, con gran diferencia, tienen una
mayor relevancia práctica para la isla.
La Palma cuenta con un gran número (alrededor
del centenar y medio) de manantiales naturales de agua,
bien es cierto que muy irregularmente repartidos por
su superficie y de caudales bastante variables y muy
dependientes por lo general de las precipitaciones.
Dos son los principales hontanares de la isla: el
de Marcos y Cordero, en la zona de cabecera del Barranco
del Agua (término municipal de San Andrés y Sauces)
y el que representa el arco de paredes interiores del
anfiteatro natural que constituye la Caldera de
Taburiente (El Paso). Al margen de ellos, otras surgencias
salpican las zonas de medianías y cumbre de
toda la isla, y principalmente de su cuadrante nororiental.
Los llamados nacientes de Marcos y Cordero representan
un conjunto de manaderos que brotan en
el expresado paraje, entre cotas de 1.300 y 1.350 m
sobre el nivel del mar. Su aprovechamiento es inmemorial
y, desde la llegada de los europeos a la isla los disfrutan
los agricultores de Los Sauces, actualmente agrupados
en una comunidad de regantes.
Tienen caudales apreciablemente influidos por
las precipitaciones. Se aforan con relativa regularidad
desde 1943. El gráfico inferior muestra la evolución
de su caudal conjunto a lo largo de los últimos
45 años.
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