lunes, 31 de enero de 2011

A Margarita. Rubén Darío

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».

Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

jueves, 20 de enero de 2011

Livingstone, supongo

El Dr Livingstone era el más famoso y popular de los exploradores británicos. Un buen día salió de Zanzibar en dirección al Lago Tanganika y, seis años después, seguía desaparecido.

Ni que decir tiene que muchos le daban por muerto. Especialmente desde que varios miembros de su expedición regresaron a la costa y afirmaron que le habían visto morir.

En ese momento es cuando el señor Henry Stanley (con el tiempo, llegaría a ser Sir), periodista americano, comienza su narración:

“El 16 de octubre del año 1869, cuando me hallaba en Madrid, y en mi casa de la calle de la Cruz, me presentó mi criado, a eso de las diez de la mañana, un parte telegráfico expedido por el señor James Gordon Bennet, director del New York Herald, de quien yo era corresponsal. Rasgué el sobre y leí lo que sigue: “Vuelva a París, asunto importante”

Dos horas después tenía ya recogidos mis libros y papeles, cerradas las maletas y todo preparado. Como el tren correo no salía hasta las tres, quedaba todavía algún tiempo disponible, que aproveché para ir a despedirme de mis amigos.

[...]

Cuando llegué a París, fui directamente al Gran Hotel, donde estaba alojado entonces el director de New York Herald; llamé a su puerta, y contestó una voz:

-Entre.

El señor Bennet estaba ya acostado; pero se puso al momento su bata y me preguntó vivamente:

-¿Quién es usted?

-Stanley.

-¡Ah! ya sé; tome asiento; se trata de confiarle una misión importante. ¿Dónde piensa que se halla Livingstone?

-Verdaderamente, no puedo decirle nada, caballero.

-¿Cree que ha muerto?

-Es posible que sí; puede ser que no.

-Pues a mí me parece que está vivo y que se le podría encontrar y le envío en su busca.

-¿Al centro de África? ¿Su intención es que emprenda semejante viaje?

-Sí; deseo que parta, que encuentre a Linvingstone, y que traiga de él todas las noticias que pueda recoger; y … ¡quien sabe!… quizá se halle muy necesitado el infatigable viajero. Llévese todo cuanto pueda serle útil, guíese por sus propias ideas. Haga lo que mejor le parezca; pero encuentre a Livingstone.

-¿Y ha reflexionado, caballero, los gastos que ocasiona este viaje?

-¿Cuánto piensa que costará?

-Burton y Speke gastaron de tres mil a cinco mil libras, y yo temo que se necesitarán al menos dos mil quinientas para emprender semejante expedición.

-¡Pues bien! voy a decirle lo que debe hacer: tome ahora mil libras; cuando estén gastadas gire una letra por otras mil, y luego una tercera, y así sucesivamente; pero encuentre a Livingstone.

-¿Debo ir directamente en su busca?

-No; primero asistirá a la inauguración del Canal de Suez, y desde allí reomntará el Nilo: he oído decir que Baker iba a marchar hacia el Alto Egipto, y por lo tanto convendrá que se informe lo mejor posible acerca de su expedición. [...] Terminada esta primera parte de su cometido, será bueno que vaya a Jerusalén, [...] Luegopasará a Constantinopla [...] Pasando por Crimea, visite lso campos de batalla, y diríjase enseguida al Cáucaso hasta el mar Caspio [...] Después se irá a la India, cruzando por Persia; en Persépolis podrá escribir una carta interesante. Bagdad está en su camino [...] Y cuando esté en la India se embarcará allí para reunirse con Livngstone. Y ahora, amigo mío, buenas noches; páselo bien, y que Dios lo bendiga.”

¿Es esto el comienzo de una novela? En realidad no, aunque se parezca mucho. Es el inicio del libro que Henry Stanley escribió sobre su más famoso viaje. Uno de los viajes más espectaculares que jamás se han emprendido y que le llevó por primera vez al interior de África, pasando por regiones que jamás había visto ningún “hombre blanco” y donde encontró, vivo, al Dr Livingstone.

Pero empecemos por el principio. El Dr Livingstone era un pastor protestante que quería, bienintencionadamente, llevar el cristianismo a los paganos africanos. Para ello buscaba una ruta de acceso al interior del continente que permitiera la llegada de misioneros.

Siguiendo este propósito ya había atravesado el desierto del Kalahari (en la actual Sudáfrica) demostrando que no era, como se pensaba, el extremo sur del desierto del Sahara y que no estaba desértico todo el centro del continente (así de desconocida era la geografía africana). Había explorado también el río Zambezee y había descubierto las Catarátas Victoria.

Estos viajes habían servido para darle la fama, pero no le habían permitido encontrar una ruta cómoda para acceder al interior del continente. Con esta intención viajó hacia el Tanganika.

Durante la segunda mitad del sXIX, el interior de África fue dejando de ser un enorme espacio en blanco y poco a poco los europeos fueron construyendo mapas del continente. En la imagen aparece un mapa a mitad del proceso.

Henry Stanley, como nos cuenta en su libro, se encontró con África de casualidad. Como buen periodista, nos cuenta con estilo ameno y entretenido los pormenores de sus desventuras y, hay que decirlo, no oculta su profundo sentimiento de superioridad racial sobre todo aquel que no es de raza europea.

Era su primer viaje al interior de África, y su inexperiencia le costó varios sinsabores. Después de varias semanas dando vueltas, en las que conoció el hambre, la fiebre, la ferocidad de las hormigas y las avispas africanas (nada que ver con las europeas), el ataque de los cocodrilos y los leones, la guerra e incluso una sublevación de sus portadores, por fin encontró a un anciano hombre blanco en un pueblo a orillas del Tanganika:

“Mientras avanzaba lentamente, pude observar su palidez y su aspecto de fatiga: llevaba un pantalón gris, un chaquetón rojo, y una orra azul con galoncillo de oro. Hubiera querido correr hacia él, pero me sentí cobarde ante aquella multitud; hubiera querido abrazarle, pero él era inglés, y yo ignoraba cómo me recibiría.

Hice, pues, lo que me inspiraron la cobardía y un falso orgullo; me acerqué deliberadamente, y dije descubriéndome:

-¿El Doctor Livngstone, supongo?

-Sí, caballero – contestó con benévola sonrisa, descubriéndose a su vez.

Entonces nos estrechamos las manos.”

Necesariamente debía ser el Doctor Livingstone. No había ningún hombre de raza europea a cientos de kilómetros de distancia. Sus reservas sobre como le recibiría el inglés, puede hoy sorprender, pero no debemos olvidar que no hacía mucho más de cincuenta años desde la última guerra entre el Imperio Británico y su antigua colonia. La gran hermandad que hoy une a ambos pueblos anglosajones proviene principalmente de la II Guerra Mundial.

Stanley encuentra a Livingstone en una situación límite. Enfermo y, tras haber sido robado, prácticamente reducido a la mendicidad. Para Livingstone, la llegada de Stanley fue interpretada como un regalo de Dios, es posible que no hubiera podido sobrevivir sin su ayuda. Con el auxilio del norteamericano, el pastor emprendió su exploración del Lago, hasta identificar (acertadamente) que el río Cazembé no era el Zambeze, como se creía hasta entonces, y llegaron a la conclusión (errónea) de que era un afluente del Nilo (en realidad es un afluente del Congo).

Entonces se separaron ambos viajeros. Stanley, tras cumplir su misión, regresaba a casa. Livingstone por su parte, partía con la intención de despejar el gran misterio que llevaba inquietando a los europeos desde hacía más de dos mil años, los orígenes del Nilo. Nunca lo lograría, moriría años después sin haber vuelto a casa pero tras realizar importantísimos descubrimientos.

Stanley regresaría más adelante a África. Pero con otra mentalidad menos noble. Él mismo lo deja entrever al final de su relato sobre la búsqueda de Livingstone: “Con una suma suficiente, toda África se exploraría sin dificultad, y hasta se conquistaría, se civilizaría; y la veríamos cubierta de hierro en todos los sentidos. [...]¿no está abierto para ustedes todo el mundo[...]?”

Sir Henry Morton Stanley

Cuando realizó su búsqueda de Livingstone, no hubo ningún hombre blanco que contara su actitud con respecto a sus subordinados. Y cuando encontró al doctor, él mismo cuenta que se contuvo en infinidad de ocasiones para no desagradar al pastor.

Pero en su siguiente viaje al Congo, Stanley regresó con varios europeos que hablaron después sobre su injustificada crueldad. Stanley maltrató brutalmente a los nativos, los asesinaba e incluso llegó a arrasar pueblos enteros. Eran unos tiempos muy racistas, en los que se daba por supuesto que los africanos eran gentes inferiores a los europeos, pero aún así el salvajismo de Stanley le hizo perder la gran reputación ganada por su expedición en busca de Livingstone.

En estas condiciones, el Rey de Bélgica, Leopoldo I, le puso al mando de una operación que daría como fruto una de las mayores infamias de la historia de Europa (tiene mérito).

Al frente de un ejército de mercenarios, Stanley sometió brutalmente las tierras que, aproximadamente, hoy corresponden con la República Democrática del Congo (antiguo Zaire), sometiendo a sus habitantes a la esclavitud y matando a miles de personas obligandolas a realizar trabajos forzados. Este territorio fue denominado “Estado Libre del Congo” y no pertenecía legalmente a Bélgica, sino que era oficialmente un estado independiente gobernado por el Rey de los belgas. De esta forma, Stanley y sus secuaces eran libres de sembrar el terror sin acojerse a la legislación belga que, entre otras cosas, prohibía la esclavitud.

El periodista correría más aventuras. Pero seguramente su “Dr Livingstone, supongo” sería la más conocida… y la conquista del Congo la más importante.

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Cañon Berta

El Gran Berta (en alemán Dicke Bertha, literalmente Berta la gorda) es el nombre de un tipo de mortero de asedio —de 420 mm— desarrollado por las industrias Krupp en Alemania durante la Primera Guerra Mundial. Su designación oficial fue L/12 (cañón calibre 12 en longitud) 42 cm tipo M-Gerät 14 Kurze Marine-Kanone (cañón naval corto) nombre que pretendía camuflar el propósito real del arma.

Historia
Este mortero de asedio fue diseñado principalmente por el director de diseño de Krupp, Professor Fritz Rausenberger, y por su predecesor, Director Dräger; fueron estos diseñadores quienes bautizaron el arma con el nombre de Dicke Bertha, por Bertha Krupp, heredera del imperio industrial Krupp. El nombre "Gran Berta" comenzó a ser utilizado erroneamente (aún hoy en día se les confunde) y genéricamente por los aliados en referencia a otras piezas de artillería pesada alemanas como la "Langer Max" y el "Cañón de París". Realmente, "Gran Berta" era solamente el apodo del modelo denominado en alemán "M-Gerät" (Aparato M [1] ), de 42 centímetros de calibre. Por tanto, este nombre no se ha de aplicar ni siquiera al modelo "Gamma-Gerät", antecedente directo de el Gran Berta.
Historia y desarrollo
El M-Gerät tuvo sus orígenes en las lecciones aprendidas por los alemanes y austriacos de la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905. Durante el sitio a la base naval rusa Port Arthur, los japoneses desmontaron algunos de los cañones costeros de gran calibre (280 mm) y los utilizaron para terminar rápidamente con el sitio debido a la potencia devastadora de estos obuses. Esto fue una completa novedad, ya que, hasta ese momento, había sido asumido por expertos militares que los más grandes cañones de asedio transportables podian ser de alrededor de 20 cm.

Durante los primeros años de 1900, por lo tanto, Krupp comenzó a desarrollar una serie de morteros y obuses móviles, que iban desde los calibres 28 cm a 30,5 cm.utlilizando la experiencia adquirida por Krupp con la construcción de morteros de defensa costera (Küstenmörser), tales como la versión Beta-Gerät de 30,5 cm, cuyo primer modelo fue introducido en 1897 (aunque otras naciones, incluyendo Gran Bretaña y los Estados Unidos, también construyeron armas similares). Una nueva versión del obús Beta-Gerät 30,5 cm, ampliamente superior al modelo de 1897, fue desarrollado en 1908, pero encontrando que deseaban mayor poder ofensivo, el APK (Artillerieprüfungskommission o ' Comité de pruebas de artillería) pidió a Krupp que construyera un cañón de mayor tamaño capaz de aplastar las fortificaciones modernas. Krupp primero investigó la posibilidad de construir un arma de 35 cm, pero en su lugar saltó a los 42 cm, siendo este el proyectill que podia llevar la gran carga destructora que requeria el APK.

El primer diseño de 42 cm fue el macizo L/16 (16 calibres de longitud)Gamma-Gerät, que era básicamente una versión de mayor escala de la Beta-Gerät. Inusualmente para Krupp, estas armas tanto la versión Beta y Gamma evitó el cerrojo habitual de cuña deslizante en favor de una recámara de tipo de tornillo, después práctica común en Gran Bretaña y Francia. El enorme Gamma fue lo que los alemanes llamada Bettungsgeschütz, o 'cañón de las camas', es decir, que fue montado sobre un carro estacionario que tenia que ser emplazado en una base de hormigon,y que tomaba varios días preparar. El monstruo pesaba 150 toneladas y tenia que ser transportado en secciones sobre diez vagones de ferrocarril (seis para el cañón en sí mismo y otros cuatro para las camas). Fue sin duda impresionante (lanzaba granadas de 1.160 kg), pero como puede fácilmente imaginarse, simplemente moverlo era una pesadilla logística.

En consecuencia, la APK pidió a Krupp obtener una versión más móvil y ordenó un cañón el 15 de julio de 1912. Incluso antes de su entrega (en diciembre de 1913), el APK y ordenó una segunda arma en febrero de 1913. El primer obús realizó una demostración ante el Kaiser Guillermo II en marzo de 1914 y el segundo fue entregado en junio de 1914.

El nuevo obús era un arma móvil montada sobre un carro de tipo de campo de dos ruedas macizas de construcción convencional. En comparación con el anterior Gamma-Gerät debe considerarse un arma completamente diferente. El cañón era más corto que el del Gamma (4 calibres de longitud) y volvió a la recámara de cuña deslizante convencional de Krupp. Con paredes más delgadas, el cañón era de construcción mas ligera que de Gamma y, como tal, disparaba proyectiles también más ligeros de alrededor de 830 kg. Completamente montado pesaba 43 toneladas y no tenía que ser emplazado en concreto. Se desarrollaron esteras especiales de acero, que se desarrollaron, para impulsar las ruedas, con un arco de regulaciones de acero en la parte trasera del transporte que permitía recorridos limitados (este arco de regulaciones estaba equipado con una masiva pala tipo reja de arado que fue enterrada en el suelo ayudaba a anclar el arma). Para evitar que el arma rodara hacia abajo en caminos embarrados, las ruedas estaban equipadas con Radgürteln, bandas de pedrail con los pies que repartir la carga. Krupp y Daimler desarrollaron un tractor para el Bertha, aunque también tractores Podeus fueron utilizados para remolcar los cañones, que se dividian en cinco cargas cuando se trasportaban por carretera.
Historial de servicio

Sólo dos ejemplares estaban disponibles al comienzo de la I Guerra Mundial, y se utilizaron para destruir los fuertes belgas en Lieja, Namur y Amberes y el fuerte francés de Maubeuge, así como otros fuertes en el norte de Francia. Bertha demostró ser muy eficaz contra antiguas construcciones como los fuertes belgas diseñados en la década de 1880 por Brialmont, destruyendo varios en pocos días. El éxito más espectacular fue con el fuerte belga Loncin, que explotó después de recibir un impacto directo en su polvorin. Sin embargo, el hormigón utilizado en los fuertes belgas era de mala calidad y consistía en sólo capas de hormigón sin ningún refuerzo de acero. El Gran Bertha se había ganado una sólida reputación en ambos lados de las líneas debido a sus primeros impresionantes éxitos al destrozar los fuertes en Lieja. La prensa alemana fue con entusiasmo declaró a Bertha un Wunderwaffe (arma maravillosa); pero, sin embargo, cuando se utilizó más tarde durante el asalto alemán en Verdún en febrero de 1916, resultó menos eficaz; la construcción más reciente de este fuerte con concreto reforzado con acero, en su mayoría podía resistir los grandes proyectiles semi-anti-blindaje de los Bertha. Sólo Fort Vaux fue severamente dañada durante este evento, destruyendo el almacenamiento de agua y conduciendo a la rendición de la fortaleza.

Es probable que un total de 12 Berthas fueron construidos durante la guerra, con hasta 20 tubos de cañón, aunque algunas fuentes afirman 18. Durante la contienda varios Bertha resultaron destruidos cuando sus tubos reventaron debido a municiones defectuosas. Más tarde durante la guerra un cañón de 30,5 cm L/30 fue desarrollado y equipado a un número de vagones de Bertha a fin de proporcionar mayor alcance, aunque no tan intenso poder de fuego. Estas armas fueron conocidas como los Schwere Kartaune o Beta-M-Gerät.

Gripe Española

Mortalidad por semana en París, Berlín, Londres y Nueva York. El pico es atribuible a la gripe.
Mortalidad por edades de las epidemias de gripe normales de 1911 a 1917 (línea de rayas) y de la epidemia de 1918 (línea continua). El pico central muestra la peculiar mortalidad de 1918 entre jovenes y adultos.La gripe española (también conocida como la Gran pandemia de gripe, la Epidemia de gripe de 1918 o La gran gripe) fue una pandemia de gripe de inusitada gravedad, causado por un brote de Influenza virus A del subtipo H1N1 que mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919.Se cree que ha sido una de las más letales pandemias en la historia de la humanidad. Muchas de sus víctimas fueron adultos y jóvenes saludables, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectan a niños, ancianos o personas débiles.

La enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley, Kansas, Estados Unidos el 11 de marzo de 1918. Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, Kansas en enero de 1918.Los Aliados de la Primera Guerra Mundial la llamaron Gripe española porque la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto del mundo, ya que España no se vio involucrada en la guerra y por tanto no censuró la información sobre la enfermedad.

Los científicos han empleado muestras de tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus para su estudio.Dada la extrema virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental (o liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de estas investigaciones. Una de las conclusiones de la investigación fue que el virus mata a causa de una tormenta de citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave y el poco común perfil de edad de las víctimas.

Bandera de la India

La bandera de la India, también conocida como tiranga (तिरंगा en hindi) que significa tricolor, está compuesta por tres franjas horizontales con las mismas dimensiones, de color naranja la superior, blanco la central y verde la inferior.

Bandera de la India a ratio. En el centro tiene una rueda azul marino con veinticuatro picos, conocida como ashoka chakrá, tomada de la columna Ashoka (en Sarnath). El diámetro de este chakrá es tres cuartas partes de la altura de la franja blanca. La proporción entre la altura de la bandera contra su ancho es 2:3.La bandera es también el estandarte del ejército indio, colocado diariamente en las instalaciones militares. La bandera nacional de la India fue adoptada en su forma actual durante una reunión ad hoc de la Asamblea Constituyente celebrada el 22 de julio de 1947, pocos días antes de la independencia de los británicos el 15 de agosto. Ha servido como bandera nacional del Dominio de India entre el 15 de agosto de 1947 y el 26 de enero de 1950 y de la República de India de ahí en adelante.

En India, el término "tricolor" (tri rangā, en hindi) se refiere prácticamente en todo momento a la bandera nacional. El color azafrán significa el coraje, el sacrificio y el espíritu de renuncia, el blanco la pureza y la verdad, y el verde la fe y la fertilidad. La rueda representa el carácter dinámico de un cambio pacífico, realizado de forma progresiva.

Debe destacarse que el color que se usa actualmente en la parte alta en todas sus formas -incluyendo esta página- es resplandor naranja o calabaza en vez de azafrán o más tonalidades más oscuras de este, como el goldenrod o el goldenrod oscuro.

El diseño de la bandera fue realizado por Pingali Venkayya.Las especificaciones de la bandera requieren que la bandera sea hecha solamente de khadi, un tipo especial de estambre tejido a mano. El uso y la muestra de la bandera son estrictamente regulados por el Código Indio de la Bandera.



Héroes de la Antártida-Mecano-Robert Falcon Scott-Polo Sur

Polo Sur

Los perros de Amundsen en el Polo Sur fueron los perros esquimales que se convirtieron en uno de los factores principales que posibilitaron el viaje de ida y vuelta al Polo Sur del explorador noruego Roald Amundsen (Borge, Noruega, 16 de julio de 1872 - Mar de Barents, 18 de junio de 1928) que organizó y dirigió la expedición que trasladada en 1910 en el barco Fram desde Noruega hasta la placa de hielo Ross en la Antártida, invernó sobre ella y al año siguiente, el día 15 de diciembre de 1911, fue la primera que logró llegar al Polo Sur. Para alcanzar esta meta se basó en que los expedicionarios eran todos excelentes esquiadores y que para el transporte en trineos de los enseres y de los alimentos empleó perros esquimales.

Había leído los relatos de Scott y Shackleton sobre sus intentos de alcanzar este polo, por lo que conocía la característica del territorio que era necesario recorrer para llegar hasta él y que se componía de tres fases muy diferenciadas al estar conformado por la placa de hielo de Ross con sus grietas cubiertas de frágiles puentes de nieve, una cadena montañosa que era preciso remontar por alguno de sus glaciares rotos por las grietas y en los que sobresalían enormes rocas, unas ancladas en la corteza terrestre, otras, sueltas e inestables, y el altiplano cubierto de nieve que llevaba al Polo Sur.

Roald Amundsen.Tanto Scott como Shackleton habían empleado perros y ponis manchurianos para tirar de los trineos cuando atravesaron la placa de Ross. Amundsen conocía muy bien las características de los perros esquimales y se extrañaba de que Scott los considerara inferiores a los ponis manchurianos para moverse sobre una placa de hielo. No se explicaba la mala experiencia que había tenido el expedicionario inglés con sus perros y que sólo podía deberse a que los perros no entendieron a su amo o era el amo el que no entendía a los perros. Entre amo y perro es preciso que desde el primer momento se llegue a un correcto entendimiento. El animal tiene que comprender que tiene que obedecer inevitablemente, imponiéndole el amo su poder. Si esta relación ha tenido lugar, el perro estará en condiciones, superiores a otros animales de tiro, para recorrer grandes distancias sobre el hielo.

Amundsen consideró que únicamente era posible llegar al Polo Sur con éxito si se empleaban perros esquimales. Las tres ventajes principales en las que basaba su empleo eran que éstos, debido a su menor peso, pueden pasar mejor sobre los puentes de nieve formados sobre las grietas que había en el hielo y si el puente se hunde y cae el perro, no ocurre una desgracia, puesto que se le agarra de la nuca y ya está otra vez sobre el hielo firme. La segunda gran ventaja es que el perro puede ser alimentado con carne de perro, con lo que se puede disminuir notablemente la provisión de alimentos para estos animales. Según se avanza, el peso que se arrastra con los trineos va disminuyendo por la comida consumida tanto por los hombres como por los perros, al igual que se reduce el del petróleo utilizado. Por ello se puede prescindir durante la marcha de algunos perros y sacrificando los menos buenos, se alimenta con ellos a los demás. El recibir los perros de vez en cuando carne fresca, fue lo que hizo que pudiesen realizar el esfuerzo que se les exigió durante el viaje al Polo Sur. Y la tercera, la más importante, era que una vez recorrida la placa de Ross y llegados a las montañas que precisaban ser remontadas por un glaciar, a los perros, aunque con gran dificultad, les resultaría posible seguir tirando de los trineos si éstos eran aligerados de peso y los hombres les ayudaban a arrastrarlos, y una vez superado este tramo, habiendo alcanzado la superficie del altiplano cubierto de nieve, estarían capacitados para conducirles rápidamente a la meta.

jueves, 13 de enero de 2011

Plaza de La Glorieta

Plaza de la Glorieta dispone de un magnífico suelo de mosaico, plantas autóctonas, y sombreados blancos.

Para llegar hasta ella debemos tomar la carretera Todoque-Las Manchas, y girar a la derecha antes del Restaurante EL Secadero, y a unos 300 metros girar a la izquierda.












General Castaño

Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, duque de Bailén (Madrid, 22 de abril de 1758 – id., 24 de septiembre de 1852), fue un militar y político español que sobresalió durante las Guerras Revolucionarias Francesas y la Guerra de la Independencia Española. Fue presidente del Consejo de Regencia entre 1810 y 1813 de la España libre de los franceses.

A los 10 años de edad recibió el grado de capitán de infantería, que el rey Carlos III le concedía en atención a los méritos de su padre. Pasó a estudiar, como oficial de corta edad, al Seminario de Nobles, formación que completaría después en la Academia de Barcelona.

A los 16 años es destinado al Regimiento de Saboya, en Cádiz, comenzando así su larga vida militar. A los 24 años asciende a sargento mayor (comandante), a los 26 a teniente coronel y a los 31 a coronel graduado.

Al ascender a coronel le fue confiado el mando del regimiento de África, con el que en 1793 prestó sus servicios en la guerra que el rey Carlos IV declaró a la Francia republicana y por los que obtuvo el ascenso a brigadier, en 1794, y después al de mariscal de campo, en 1795. En 1802 fue ascendido a teniente general por la defensa del puerto del Ferrol contra los ingleses, siendo, asimismo, nombrado para el mando de la comandancia del Campo de Gibraltar, cuya sede traslada desde San Roque hasta Algeciras.

En 1808, comenzada la Guerra de la Independencia, recibe de la Junta Suprema de Sevilla, presidida por Francisco Saavedra, el encargo de formar un ejército en Andalucía, siendo nombrado capitán general. Tras la victoria de la Batalla de Bailén e instaurada la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, es designado para el mando del ejército del Centro.

El 23 de noviembre de 1808 participó en la Batalla de Tudela, que perdió a causa de falta de medios y no ser capitán general (otros generales le discutían las órdenes, Palafox, por ejemplo).

En el reinado de Fernando VII, se mantuvo fiel a la causa absolutista, lo que le valió la confianza del monarca y la designación para algunos cargos; participó como Capitán General de Cataluña en ese momento en la incoación y revisión de expedientes penales que desembocaron en la ejecución, en 1817, del teniente general Luis Lacy y Gautier, liberal constitucionalista sublevado y anteriormente más bien breve Capitán General de Cataluña también, junto al fugado Francisco Milans del Bosch, (San Vicente de Montalt, 1769- id., 1834).

Fue elegido en 1825 para presidir la Real Junta Consultiva de Gobierno, órgano encargado de proponer diversas mejoras admnistrativas.


Rendición de Bailén, por José Casado del Alisal. Museo del Prado, MadridDespués de recibir en su dilatada vida los más altos honores, títulos y nombramientos del Reino, fallece en Madrid el 24 de septiembre de 1852, a los 96 años de edad, y en la más absoluta penuria económica.

Enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid hasta 1963, año en el que sus restos mortales son trasladados solemnemente a Bailén y depositados en la Iglesia Parroquial de la Encarnación con su mausoleo original. El general Castaños descansa en esta ciudad junto a la Virgen de Zocueca, patrona de Bailén, de la que era muy devoto y a la que donó sus condecoraciones militares en 1823.

miércoles, 12 de enero de 2011

Batalla Naval de Filipinas

La Batalla del Golfo de Leyte también conocida como Segunda batalla del Mar de Filipinas, es considerada la mayor batalla naval de la Historia en tiempos contemporáneos, junto a las batallas históricas de Salamina, la del cabo Ecnomus, Trafalgar y la de Jutlandia.

Fue una batalla naval de la campaña del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvo lugar en el golfo de Leyte, alrededor de la isla homónima de Leyte en Filipinas, desde el 23 al 26 de octubre de 1944 entre los Aliados y el Imperio japonés.

Los aliados comenzaron la invasión de Leyte para cortar la salida hacia las colonias del sudeste de Asia. Los japoneses emplearon el grueso de su flota para repeler a las tropas aliadas, pero no lograron vencer y sufrieron graves pérdidas.

Tras la derrota, la mayor parte de los barcos supervivientes permanecieron anclados en sus bases, carentes de combustible.[2] [3] En realidad se trata de una gran batalla compuesta por cuatro batallas navales interrelacionadas: la batalla del Mar de Sibuyan, la batalla del Estrecho de Surigao, la batalla del Cabo Engaño y la batalla de Samar y varios combates previos.

Adicionalmente en esta ocasión se usaron por primera vez los ataques de aviones suicidas japoneses, los llamados "kamikaze" (Viento Divino) de un modo sistematizado. Uno de ellos dio en el crucero pesado HMAS "Australia" el día 21 de octubre, y desde el día 25 de ese mismo mes, comenzaron una serie de ataques organizados contra la flota aliada.

Antecedentes previos
La campaña del Pacífico en el año 1943 había expulsado a la armada imperial japonesa de varias de sus bases en las Islas Salomón, aislando otras islas; y en el año 1944 una serie de desembarcos anfibios apoyados por portaaviones habían capturado las Islas Marianas del Norte permitiendo a la armada aliada el contar con una base desde la que podrían despegar sus bombarderos B-29 para atacar las islas japonesas.

Desde la Batalla del Mar de Filipinas, con la destrucción de tres portaaviones japoneses y de unos 600 aviones, los aliados lograron la superioridad aérea y marítima en el Pacífico Central.


La flota de Kurita abandonando Brunei en fila rumbo a Filipinas, el 22-10-1944, en primer plano el Nagato; en segundo plano, el Musashi y el Yamato; más adelante los cruceros Maya, Chokai, Takao, Atago, Haguro y MyokoPara las acciones posteriores, el almirante Ernest King y otros miembros del Estado Mayor favorecían la idea de bloquear las fuerzas japonesas entre Japón y el sur de Asia. En cambio, el general Douglas MacArthur proponía invadir Filipinas (MacArthur dseseaba cumplir una promesa al pueblo filipino), lo que permitiría tener más posibilidades para los ataques directos a Japón. Dejar Filipinas en manos de Japón podría dañar la reputación de Estados Unidos y ser una afrenta para el general MacArthur, quien en el año 1942 había hecho su famosa promesa de volver. Además, existía una considerable masa de aviones japoneses en Filipinas, lo que era considerado bastante peligroso por el Alto Mando estadounidense.




[editar] El plan japonés
El alto mando japonés preveía que los americanos desembarcarían en Filipinas; o bien atacarían las islas cercanas a Japón por tanto se elaboró un plan para rechazar el próximo ataque norteamericano.

El plan se engendró en un ambiente muy pesimista, ya que la mayoría de la aviación embarcada se había perdido en la "cacería de patos de las Marianas", el almirante S. Toyoda elaboró un alcance de los probables objetivos americanos y diseñó una estrategia para cada una de estas probabilidades. El plan general se llamó SHO o "Victoria".

Los objetivos estudiados fueron:

Plan SHO-1 preveía un masivo desembarco en las Filipinas lo que cortaría el suministro de petróleo desde Borneo a Jap on condenándolo a la inamovilidad de las fuerzas de superficie.

PLan SHO-2 Ataque a las islas de Formosa y Ryukyu.

Plan SHO-3 Ataque a las islas meridionales del Japón: Honshu, Hokuku.

Plan SHO-4 Ataque combinado a las islas meridionales del Japón y las Kuriles.

El objetivo que más prevalecía era el de las Filipinas y fue el almirante Soemu Toyoda quien elaboró un intrincado plan de ataque SHO-1 donde se emplearía la totalidad de la Fuerza Móvil japonesa, reuniéndolas en Brunei. Toyoda fue muy acertivo ya que este fue el próximo paso americano.

El alto mando ordenó a Tomoyuki Yamashita que blindara el cinturón de las Filipinas trayendo tropas desde Manchuria, mientras que la flota japonesa se concentraba en Brunei.

El plan SHO-1 que fue el más estudiado por las graves consecuencias en el suministro de combustible, fue el más votado y se elaboró una maniobra estrategia coordinada de tres fuerzas principales convergiendo a las Filipinas, la fuerza principal comandada por Takeo Kurita estaría compuesta por los acorazados Yamato, Musashi, Nagato, Haruna, mas la tercera división de cruceros pesados irrumpirían en el mar de Samar una vez que las fuerzas-señuelo de Osawa compuesta por los portaviones Suikaku, Zuiho y Chiyoda, más los acorazados de la clase Hyuga atrajeran a la 3ª flota del almirante Halsey dejando desprotegidos los desembarcos americanos.

La tercera fuerza sería la de Nishimura que con los acorazados Fuso y Yamashiro, más una fuerza de cruceros pesados reforzada con la división de Shima proveniente directamente desde el Japón irrumpirían en Leyte a través del estrecho de Surigao, atacando las fuerzas de desembarco en Leyte. Para que el plan tuviera éxito se requería la correcta convergencia de las fuerzas a sus puntos de destino y lo más importante que las fuerzas de Osawa efectivamente atrajera a las fuerzas americanas lejos de las Filipinas.

El plan no contemplaba cobertura aérea y además no preveía una acción antisubmarina previa, además se debía establecer el silencio radial para poder obtener el factor sorpresa del ataque japonés.

El 22 de octubre de 1944, el general Douglas MacArthur desembarcaba en Leyte, ese mismo día, en la tarde zarpaba la flota de Takeo Kurita hacía las Filipinas activando el plan SHO-1.

La ruta contemplaba navegar en paralelo a las costas de la isla de Palawan, internarse en el estrecho de Tablas, cruzar el mar de Sibuyan, pàsar el estrecho de San Bernardino e irrumpir de sorpresa en el mar de Samar, rechazar el desembarco americano para despúes reunirse con las fuerzas de Nishimura en Leyte.

[editar] Guerra submarina en el Paso de Palawan (23 de octubre)
Nota:Esta acción es denominada por Morison como el "combate en el Paso Palawan",[3] aunque ocasionalmente también se refiera a ella como la "batalla del Paso de Palawan"

La "Fuerza central" de Kurita, reunida en Brunéi, constaba de cinco acorazados (el Yamato, y su gemelo Musashi, el Nagato, el Kongō, y el Haruna), diez cruceros pesados (el Atago, el Maya, el Takao, el Chōkai, el Myōkō, el Haguro, el Kumano, el Suzuya, el Tone, y el Chikuma; además de dos cruceros ligeros similares, el Yahagi y el Noshiro. La flota iba cubierta, además, con quince destructores.[3]

Esta armada pasó a la altura de la isla Palawan durante la medianoche del 22 al 23 de octubre.

Los submarinos estadounidenses Darter y Dace estaban en posición de vigilancia, registrando el horizonte en busca de enemigos. A las 00:16 del 23 de octubre, el radar del Darter detectó la formación japonesa a una distancia de 30.000 yardas (unos 27,4 km). Su capitán reportó contacto visual. Los dos submarinos se lanzaron al ataque de la flota, y el Darter lanzó al aire el primero de tres informes de contacto. Al menos uno de ellos fue interceptado por un operador de radio del Yamato, pero por algún motivo Kurita no tomó las adecuadas medidas consecuentes contra submarinos.[3]


La poderosa escuadra estadounidense, rumbo a la isla de Leyte.El Darter y el Dace, navegando superficialmente a toda máquina, lograron tras algunas horas situarse en posición de disparo -enfrente de la formación de Kurita- con la intención de iniciar un ataque submarino con las primeras luces del amanecer.

Este ataque resultó extraordinariamente exitoso. A las 5:24, Darter lanzó una serie de seis torpedos, cuatro de los cuales alcanzaron el buque insignia de Kurita, el crucero pesado Atago. Apenas diez minutos después, Darter volvió a alcanzar al buque gemelo del Atago, el Takao, con una nueva tanda de torpedos. A las 5:56 fue el Dace quien logró cuatro impactos sobre el crucero pesado Maya, hermano del Atago y el Takao. En menos de 30 minutos, dos submarinos habían dejado fuera de juego a un tercio de la flota de cruceros pesados de la Armada Imperial japonesa.[3] El Atago y el Maya se hundieron rápidamente. Takao se volvió hacia Brunéi, escoltado por dos destructores y, sin saberlo, por los dos submarinos atacantes cubriendo su retaguardia.

El 24 de octubre, tratando de seguir discretamente al maltrecho Takao para lograr la posición de ataque, el submarino Darter quedó encallado en el arrecife Bombay Shoal. Todos los intentos por devolver el submarino a la acción resultaron infructuosos, y tuvo que ser abandonado. La tripulación fue rescatada en su totalidad por el Dace. De este modo, el Takao pudo regresar a Singapur, donde permanecería en reparaciones y en calidad de pontón hasta el final de la guerra.

El Atago se hundió tan rápidamente que Takeo Kurita tuvo que nadar para no ahogarse. Fue rescatado por la tripulación de uno de los destructores japoneses, y trasladó el puesto de mando al acorazado Yamato.[3] [4] [5]

[editar] La batalla del mar de Sibuyan (24 de octubre)
Artículo principal: Batalla del mar de Sibuyan

Musashi al salir de Brunéi en octubre de 1944, rumbo a la batalla de Leyte.A las 8:00 del 24 de octubre, el resto de la "Center Force" fue avistado y atacado por la escuadrilla de cazas VF-20 y la VB-20, compuesta de bombaderos, que habían despegado desde el portaaviones USS Enterprise (CV-6) de la IIIª Flota del almirante Halsey. A pesar de su gran potencial, la Flota no estaba bien situada para enfrentarse a la amenaza. El 22 de octubre, Halsey había cometido una serie de errores de criterio táctico; en efecto, destacó dos de sus grupos de portaaviones y los envió a la base de Ulithi para reaprovisionarse. Cuando el informe del Darter llegó, Halsey ordenó al grupo de Davidson que regresase de inmediato, pero permitió al vicealmirante John S. McCain, Sr que continuase hacia Ulithi con el más fuerte de los grupos de portaaviones de la Task Force 38. Haley finalmente tendría que volver a llamar a McCain el 24 de octubre, retrasando así la llegada del grupo más poderoso de portaaviones a la inminente batalla, y privando a la 3ª Flota de casi el 40% de su fuerza aérea. La mañana del 24 de octubre, sólo tres grupos estaban disponibles para atacar a la fuerza de Kurita, y el que estaba mejor posicionado -la Task Force 38.2 de Gerald G. Bogan- era lamentablemente el más débil de toda la flota. Lo integraban un solo portaaviones -el USS Intrepid (CV-11) y dos portaaviones de apoyo. El paso en falso de Halsey con el grupo de McCain también privó a su flota de cuatro de sus seis cruceros pesados.[3]


El Yamato, alcanzado por una bomba cerca del montaje delantero.Así pues, aviones del Intrepid, y el USS Cabot (CVL-28) -uno de los portaaviones de apoyo de Bogan- lanzaron su ataque sobre las 10:30, alcanzando a los acorazados Nagato, Yamato y Musashi y dañando seriamente al Myōkō. Un segundo ataque procedente del Intrepid, el USS Essex (CV-9) y el USS Lexington (CV-16) llegó poco después en forma de Helldivers y Hellcarts, que lograron otros diez impactos en el Musashi. Cuando el acorazado ya se retiraba, enfilando su base, una tercera oleada venida desde el Enterprise y el USS Franklin (CV-13) le atacó por última vez, en esta ocasión con el resultado de once impactos de bomba y ocho de torpedos.[3]

Kurita ordenó volverse a toda la flota para salir del alcance de las aeronaves, adelantando en su retirada al maltrecho Musashi. Esperó hasta las 17:15 para retomar el rumbo hacia el Estrecho de San Bernardino. El Musashi encalló y se hundió finalmente a las 19:30.[3]

Entretanto, el vicealmirante Takijirō Ōnishi había lanzado tres oleadas de aviones desde la 1ª Base Aérea de Luzón contra los portaaviones de la Task Force 38.3 (cuyo "paraguas aéreo" había atacado también los aeródromos de Luzón para evitar la cobertura aérea japonesa sobre el golfo de Leyte). Cada una de las oleadas del ataque de Ōnishi estuvo integrada por entre 50 y 60 aviones.[3]


El USS Princeton, al este de Luzón.
El Princeton explota, a las 15:23 del 24 de octubre de 1944.La mayor parte de los aviones japoneses fueron interceptados y derribados por Hellcats de la patrulla aérea de combate de Sherman, especialmente por dos secciones de caza del Essex lideradas por el comandante David McCampbell, quien se distinguió por haber sumado nueve derribos en esta acción. Sin embargo, un Yokosuka D4Y "Judy logró atravesar las defensas estadounidenses y a las 9:38 alcanzó al portaaviones de apoyo Princeton con una bomba perforadora de blindaje de 250 kg, causando un incendio en el hangar del barco. Las medidas anti incendio del barco fallaron y el fuego se extendió rápidamente. Se sucedieron una serie de explosiones, y aunque algunos focos locales del incendio fueron controlados a las 15:23 se produjo una enorme explosión -probablemente en la santabárbara del barco-, causando cantidad de bajas en el Princeton y más de 300 heridos en el crucero USS Birmingham (CL-62), que se había aproximado para ayudar a la extinción del fuego. El Birmingham quedó tan maltrecho que tuvo que retirarse. Otros barcos cercanos también sufrieron daños. Todos los esfuerzos por salvar al Princeton se probaron infructuosos y fue hundido por el crucero ligero USS Reno (CL-96) a las 17:50.[3] La 3ª Flota de los Estados Unidos lanzó 259 salidas contra la "Center Force" japonesa, principalmente con Hellcats. La potencia de este ataque, sin embargo, no resultaba suficiente para neutralizar la amenaza que suponía la flota de Kurita.[6] También se debe señalar que casi todos los ataques estadounidenses de ese día se dirigían contra un mismo objetivo: el acorazado Musashi. Finalmente, el colosal acorazado se hundió, y el crucero Myōkō quedó bastante maltrecho, pero el resto de la flota de Kurita seguía operativa y aún constituía una temible fuerza de ataque.[3] Como resultado de una decisión equivocada del almirante Halsey, la flota de Kurita lograría atraversar el Estrecho de San Bernardino durante la noche, atacando sorpresivamente cerca de la costa de la isla de Samar a la mañana siguiente.

[editar] Task Force 34 - Estrecho de San Bernardino
Tras detectar las fuerzas Central y Sur, Halsey se reunió a bordo del acorazado New Jersey con el mando de la 3ª Flota para discutir la estrategia a adoptar ante la amenaza de la flota de Kurita. El plan consistía en cubrir el estrecho de San Bernardino con una potente escuadra de acorazados rápidos, apoyados por dos de los más rápidos de los portaaviones de la 3ª Flota. La armada así reunida, designada Task Forcer 34, consistía en 4 acorazados, 5 cruceros y 14 destructores al mando del Vicealmirante Willis A. Lee. El contraalmirante Ralph E. Davison, del grupo Task Force 38.4 tenía el mando de los portaaviones de apoyo. A las 15:12 del 24 de ocutbre, Halsey radió el siguiente mensaje a los comandantes de todas las Task Forces subordinadas, informándoles sobre el plan trazado:

BATDIV 7 MIAMI, VINCENNES, BILOXI, DESRON 52 LESS STEVEN POTTER, FROM TG 38.2 AND WASHINGTON, ALABAMA, WICHITA, NEW ORLEANS, DESDIV 100, PATTERSON, BAGLEY FROM TG 38.4 WILL BE FORMED AS TASK FORCE 34 UNDER VICE ADMIRAL LEE, COMMANDER BATTLE LINE. TF 34 TO ENGAGE DECISIVELY AT LONG RANGES. CTG 38.4 CONDUCT CARRIERS OF TG 38.2 AND TG 38.4 CLEAR OF SURFACE FIGHTING. INSTRUCTIONS FOR TG 38.3 AND TG 38.1 LATER. HALSEY, OTC IN NEW JERSEY.

Morison (1956)[7]
Este mensaje fue recibido también por la 7ª Flota del Pacífico del almirante Nimitz, aunque evidentemente no era a él a quien iba dirigida. Halsey había formado su Task Force 34 con sus fuerzas presentes, para poder enviarlas sin retraso en el momento en que fuese necesario, pero la 7ª Flota interpretó erróneamente que la nueva formación había sido creada como un grupo independiente: Un error de valoración que causó un monumental malentendido y tuvo sus repercusiones en el desarrollo posterior de la batalla.[3]

[editar] 24 de octubre: La decisión de Halsey

Mapa de los cuatro encuentros de la Batalla del Golfo de Leyte. 1: el paso de Palawan, 2: batalla del Estrecho de Surigao, 3: batalla del Cabo Engaño y 4: batalla de Samar. En rojo, los movimientos de la flota japonesa y sus principales ataques aéreos.La fuerza aérea de la 3ª Flota no logró localizar la "Fuerza Norte" de Ozawa (que actuaba como un señuelo) hasta las 16:40 del 24 de octubre. Ello se debió principalmente a que se hallaba principalmente ocupada en el ataque a Kurita y en defendenderse de los aviones japoneses que venían de Luzón. De este modo, paradójicamente, la flota sobre la que los japoneses querían llamar la atención estadounidense casi pasó completamente inadvertida. Al atardecer del 24 de octubre Ozawa interceptó un mensaje equivocado de los estadounidenses, que informaba de la retirada de Kurita, por lo que decidió iniciar también su retirada. Sin embargo, a las 20:00 Soemu Toyoda ordenó a todas sus fuerzas atacar "con la ayuda divina" a la 3ª Flota. Intentando atraer la atención estadounidense sobre su formación, Ozawa dio media vuelta y se dirigió al sur, hacia Leyte.

Halsey estaba convencido de que la "Fuerza Norte" constituía la mayor amenaza para su flota, y estaba decidido a aprovechar lo que le parecía una oportunidad de oro para destruir las últimas fuerzas aeronavales japonesas. Creyendo que la "Fuerza central" había sido neutralizada por los ataques aéreos de la 3ª Flota durante el día anterior en el mar de Sibuyan, y que los restos de esa fuerza se retiraban, Halsey radió a Nimitz y Kinkaid el siguiente comunicado:

CENTRAL FORCE SERIAMENTE DAÑADA SEGÚN LOS INFORMES DE ATAQUE.
PROCEDO AL NORTE CON TRES GRUPOS PARA ATACAR FUERZAS PORTAAVIONES AL AMANECER

Morison (1956)
Las palabras "con tres grupos" llevaron a un peligroso malentendido.A la luz del mensaje interceptado el 24 de octubre a las 15:12 horas -enviado por Halsey, y que decía "...formarán como la Task Force 34"- el almirante Kinkaid y su alto mando asumieron, al igual que la fuerza del Pacífico del almirante Nimitz, que la Task Force 34, dirigida por Willis A. Lee formaba ahora una entidad independiente. Asumieron que Halsey dejaba su poderosa fuerza de superficie vigilando el Estrecho de San Bernardino (cubriendo el flanco norte de la VIIª Flota) mientras se dirigía con tres grupos de portaaviones hacia el norte, en persecución de los portaaviones japoneses. La Task Force 34, en realidad, no se había separado de los demás grupos, y los acorazados de Lee se dirigían hacia el norte con el resto de las fuerzas en persecución de los portaaviones japoneses en retirada. Halsey había dejado deliberadamente el Estrecho de San Bernardino sin vigilancia alguna cometiendo su más grave error táctico, y de este modo dando cumplimiento a lo que esperaba Kurita de Osawa. Tal como Woodward señaló, "lo sacaron todo del Estrecho de San Bernardino. No quedó ni un destructor de guardia".[1]

Halsey y sus oficiales ignoraban la información que una nave de reconocimiento nocturno del USS Independence había obtenido: la poderosa flota de superficie de Kurita había dado media vuelta hacia el Estrecho de San Bernardino, y después de un prolongado apagón, las luces de navegación del Estrecho habían vuelto a funcionar. Cuando el Vicealmirante Gerald F. Bogan, comandante del Task Group 38.2 radió esta información a la nave insignia de Halsey, fue contestado ásperamente por un oficial, que el dijo en un tono tenso:"Sí, sí, tenemos esa información". El vicealmirante Lee, que había deducido correctamente que la fuerza de Ozawa no era más que un señuelo, lo indicó con luces al buque insignia de Halsey, quien le contestó en término igualmente abruptos. El comodoro Arleigh Burke y el comandante James Flatley, del alto mando del Vicealmirante Marc Mitscher llegaron a la misma conclusión. Estaban lo bastante preocupados como para despertar a Wake, quien les preguntó:¿Saben si el almirante Halsey tiene esa información?". Como le dijeran que sí, Mitscher, conocedor del temperamento de Halsey, contestó:"Cuando quiera mi consejo, me lo pedirá", y volvió a la cama.[3]

La fuerza completa de la 3ª flota -constituyendo la formación naval más poderosa del mundo-[cita requerida] continuó rumbo al norte, alejándose del Estrecho de San Bernardino.

[editar] 25 de octubre: La batalla del estrecho de Surigao

La batalla en el Estrecho de Surigao: Ejecución perfecta de la maniobra de "cruzar la T".Artículo principal: Batalla del Estrecho de Surigao
La "Fuerza Sur" de Nishimura consistía en los acorazados Yamashiro y Fusō, el crucero pesado Mogami y cuatro destructores. Fueron atacados por bombarderos el 24 de octubre, pero sólo sufrieron daños menores. Dado el estricto corte de comunicaciones impuesto en las fuerzas "Centro" y "Sur", Nishimura era incapaz de sincronizar sus movimientos con los de Shima y Kurita. Cuando entró en el Estrecho de Surigao a las 2:00 estaba adelantado, Shima se encontraba a unas 25 millas náuticas tras él, y Kurita aún estaba en el mar de Sibuyan, a varias horas de las playas de Leyte.

Al acercarse al Estrecho, la "Fuerza Sur" se metía inadvertidamente en la misma boca del lobo: La fuerza de apoyo de la 7ª flota del vicealmirante Jesse Oldendorff había tendido una trampa con una fuerza sustancial. Les aguardaban seis acorazados (el USS West Virginia, el USS Maryland, el USS Mississippi, el USS Tennessee, el USS California y el USS Pennsylvania), casi todos ellos[8] habían sido dañados en Pearl Harbour, y reparados posteriormente. Otros cuatro cruceros pesados (el USS Louisville, el USS Portland, el USS Minneapolis y el HMS Shropshire) contaban con baterías de 6 y 8 pulgadas. Cuatro cruceros pesados[9] completaban la flota, apoyados por 39 lanchas torpederas y 28 torpedos de los destructores. Para atravesar el Estrecho, las fuerzas de Nishimura tenían que superar la lluvia de torpedos lanzados desde las lanchas y el ataque de los destructores para avanzar entonces bajo el fuego de seis acorazados y los ocho cruceros que los flaqueaban antes de alcanzar la salida del Estrecho, en las playas donde debía realizarse la invasión.[3] A las 22:36 una de las lanchas torpederas (la PT-131) informó del primer contacto con la flota japonesa. Durante más de tres horas y media, las lanchas torpederas atacaron repetidamente a las fuerzas de Nishimura. No hubo impactos directos, pero se enviaron constantes informes sobre su avance a Oldendorff y su flota.[3]

Según se internaban en el Estrecho de Surigao, las fuerzas de Nishimura iban sufriendo devastadores ataques de torpedos de los destructores estadounidenses dispuestos a ambos lados de su línea de avance. Sobre las 3:00 am, ambos acorazados japoneses habían sido alcanzados por torpedos: El Yamashiro aún podía mantener el rumbo, pero el Fusō explotó, se partió en dos y se fue al fondo. Dos de los cuatro destructores también fueron hundidos, y el Asagumo, que pudo retirarse maltrecho, se hundiría poco más tarde.[3]

A las 3:16, el USS West Virginia recibió señales de radar de las fuerzas supervivientes de Nishimura, que se encontraban 42.000 yardas y habían alcanzado una solución de fuego a 30.000 yardas. El West Virginia les siguió el rastro mientras se acercaban en la noche cerrada. A las 3:53 disparó sus ocho piezas de 16 pulgadas de la batería principal, a una distancia de 22.800 yardas, alcanzando al Yamashiro con la primera descarga. En total se dispararon 93 proyectiles. A las 3:55 el California y el Tennessee se unieron al fuego, disparando 69 y 63 obuses de 14 pulgadas, respectivamente. El sistema de fuego por radar permitía a los estadounidenses abrir fuego con precisión desde una distancia a la que los japoneses, con sus menos perfeccionados sistemas de control, no podían devolver el ataque.[3] [10] Los otros tres acorazados estadounidenses, equipados con una menos avanzada ingeniería de fuego, tuvo más dificultades para calcular una solución de fuego. El Maryland logró eventualmente calcular visualmente con éxito la trayectoria mediante las salpicaduras de proyectiles de otros acorazados, y por su parte disparó un total de 48 proyectiles de 16 pulgadas. El Pennsylvania no tuvo esa oportunidad y no abrió fuego durante el contacto.[3] El USS Mississippi encontró su solución de fuego cuando la batalla ya casi acababa, disparando una salva de 12 proyectiles de 14 pulgadas. Con este fuego se cerró el último combate entre acorazados: el último capítulo de una era en la historia naval.[3]

El Yamashiro y el Mogami quedaron inutilizados tras recibir múltiples impactos de proyectiles perforantes de blindaje de 16 y 14 pulgadas, que agravaron los daños sufridos por el fuego lateral. El Shigure dio media vuelta, pero perdió el timón y quedó paralizado. El Yamashiro quedó finalmente bloqueado a las 4:20, con Nishimura a bordo. El Mogami y el Shigure aún podrían retirarse al sur del Estrecho.

El flanco de la "Fuerza Sur", denominado Segunda Fuerza de Ataque, y dirigida por el Vicealmirante Shima, había entrado en el Estrecho a unas 40 millas en paralelo respecto a las fuerzas de Nishimura. También fue atacada por las lanchas torpederas, quedando inutilizado y fuera de formación el crucero ligero Abukuma a consecuencia de un impacto de torpedo.

Los dos cruceros pesados de Shima -el Nachi y el Ashigara, que eran escoltados por ocho destructores, lograron dar con los restos de las fuerzas de Nishimura. Viendo lo que pensó que eran los restos de los dos acorazados de Nishimura -en realidad, las dos mitades del Fusō- Shima ordenó la retirada. Lamentablemente, el buque insignia Nachi colisionó con el Mogami, inundando la sala de máquians del Mogami y haciendo que se fuese quedando retrasada en la retirada: al día siguiente fue hundida tras un ataque aéreo. El casco del Fusō fue hundido bajo el fuego del Louisville, y la mitad trasera se hundió cerca de la isla de Kanihaan. De las siete naves de Nishimura, sólo el Shigure sobrevivió al Estrecho. Las fuerzas de Shima que lograron escapar de Surigao serían hundidas más adelante en otros enfrentamientos alrededor de Leyte.[3] [10]

La batalla del Estrecho de Surigao fue el último enfrentamiento entre barcos de superficie en la historia. Fue también la última ocasión en la que una fuerza naval -los estadounidenses, en este caso- lograron "cruzar la T" de una flota enemiga. De cualquier modo, para cuando se entabló el combate, la flota japonesa ya había sufrido fuertes bajas, y su única fuerza de ataque consistía en un acorazado -el Yamashiro- un crucero pesado y un destructor, por lo que la maniobra no tuvo en realidad un peso estratégico desequilibrante.[3] [10]

[editar] 25 de octubre: La batalla de Samar
Artículo principal: Batalla de Samar

La sorpresa nipona en Samar.[editar] Preludio
En el punto anterior se explican los motivos y la manera en que Halsey puso rumbo al norte, dejando el estrecho de San Bernardino completamente descubierto. Esta circunstancia, unida a la desinformación propagada por la ambigüedad de los mensajes enviados, tuvieron sus consecuencias el mismo 25 de octubre en la llamada batalla de Samar. El malentendido consistía en la errónea percepción que tenía el alto mando de la VIIª Flota (incluidos Kinkaid y su personal) sobre los movimientos de Halsey. Pensaban que se dirigía al norte con tres grupos de portaaviones -el grupo de McCain, el más fuerte de la IIIª Flota, aún estaba regresando de su primer destino, Ulithi- pero no sin dejar a la recién formada Task Force 34 guardando el estrecho contra los nipones. En realidad, Halsey no había formado una fuerza independiente dentro de su flota, y se dirigía en persecución del resto de las fuerzas japonesas con la integridad de su flota. La Center Force de Kurita, que había dado la vuelta, atravesó el estrecho de San Bernardino a las 3:00 del 25 de octubre, dirigiéndose con rumbo sur hacia la costa de la isla de Samar. En su camino se interponían tres grupos de portaaviones de apoyo -llamados Taffy 1, 2, y3, compuestos por 16 portaaviones de escolta, y su pequeña escolta compuesta por destructores y destructores de escolta. A pesar de las pérdidas sufridas durante el Paso de Palawan y el combate del mar de Sibuyan, la Center Force era aún una fuerza imponente, contando con cuatro acorazados -entre ellos, el acorazado gigante Yamato- seis cruceros pesados, dos cruceros ligeros y una docena de destructores. Con la excepción de la Task Force 37, la flota de Kurita era posiblemente la armada más poderosa del mundo, comparable en potencia de fuego con el Grupo de Fuego de Apoyo liderado por Oldendorff. El Yamato, sin ir más lejos, ya era el buque de guerra más grande que jamás hubiese navegado, y por sí solo ya tenía un volumen de desplazamiento equivalente al de los tres Taffys juntos.

[editar] La batalla
Dada la desinformación reinante, era inevitable que las fuerzas de Kurita cogieran al Vicealmirante Clifton Sprague completamente por sorpresa. Sprague se apresuró a ordenar el despliegue del "paraguas" aéreo de los Taffy, mientras su flota maniobraba hacia el este. Como maniobra de cobertura ordenó a sus destructores lanzar una cortina de humo que protegiese a los portaaviones en retirada. Kurita, ignorante de que el plan de señuelo de Ozawa había tenido éxito, asumió que se encontraba frente a un grupo de portaaviones de la IIIª Flota de Halsey. Disponiendo sus naves en formación antiaérea, improvisó dos fuerzas de ataque que avanzaron independientemente con la orden de "ataque general".[11]

El destructor USS Johnston era el que se encontraba más cerca de su enemigo. Con decisión desesperada, el teniente comandante Ernest E. Evans dirigió su nave -completamente inferior en categoría- hacia el enemigo, tratando de flanquearle. En su avance, Sprague ordenó un "small boys attack", que significaba un ataque de todas las unidades de escolta del USS Johnston. Los otros dos destructores que protegían al Taffy 3 -el USS Hoel y el USS Heermann- y el destructor de escolta USS Samuel B. Roberts se lanzaron en un ataque suicida, devolviendo el fuego de los acorazados japoneses y tratando de dispersar su formación con el lanzamiento de torpedos. Thomas Sprague ordenó a los 16 portaaviones de sus tres Task Forces el despegue de su fuerza aérea combinada, armados con todo lo que tuviesen, incluidas ametralladoras ligeras o cargas de profundidad. Sprague contaba con unas 450 aeronaves, principalmente FM-2 Wildcats y aviones torpederos Avenger. Los contraataques aéreos eran constantes y algunos, especialmente los realizados por la Task Unit 77.4.2 de Stump, fueron muy destructivos.

Los portaaviones de Taffy 3 pudieron dirigirse al sur y escapar del fuego nipón. El USS Gambier Day, un portaaviones de apoyo situado al costado de la formación estadounidense, fue alcanzado y hundido. El resto sufrieron daños de diversa consideración.

[editar] Retirada japonesa

El Chikuma, bajo fuego enemigo durante la batalla de Samar.La férrea defensa confirmó a los japoneses su impresión de estar enfrentándose con unidades de la IIIª Flota más que con fuerzas de apoyo y su escolta. La confusión con que se dirigió el ataque general japonés -y la eficaz y desesperada defensa de los destructores americanos- hicieron que el mismo Yamato, buque insignia de la Center Force tuviese que retirarse momentáneamente del área, perdiendo contacto con la batalla. Kurita radió una brusca interrupción del ataque y ordenó a su flota retirarse hacia el norte a 20 nudos de velocidad, con la intención de reagrupar su desordenada formación. Según el informe de batalla del Yamato, Kurita habría recibido un mensaje informándole de un grupo de portaaviones americanos dirigiéndose desde el norte hacia su posición. Volviéndose hacia el golfo de Leyte, Kurita buscaba así un enfrentamiento con el grueso de las fuerzas estadounidenses, y renunciaba a destruir a la fuerza de apoyo de Samar. Al atravesar de nuevo el Estrecho de San Bernardino, tres de sus cruceros pesados se habían ido a pique, y convencido de que se había enfrentado con parte de la IIIª Flota, sólo sería ya cuestión de tiempo que Halsey le localizase y le atacase por sorpresa.[11] Después de la guerra, el vicealmirante Clifton Sprague informó a su colega Aubrey Fitch de la batalla en los siguientes términos:Yo...declaré (al almirante Nimitz) que la principal razón por la que se volvieron hacia el norte es que estaban recibiendo demasiados daños para continuar, y sigo manteniendo esa opinión, que cualquier análisis en frío podría confirmar".[5] Casi todas las fuerzas supervivientes lograron escapar. Halsey y sus acorazados de la IIIª Flota llegaron demasiado tarde para interceptar a los japoneses en retirada. Sin embargo los cruceros Nagato, Haruna y Kongō habían quedado seriamente dañados por la escolta del Taffy 3. Kurita, que había comenzado el ataque con 5 acorazados, volvía a su base con sólo el Yamato en condiciones de combatir.


El USS CVE 63 St. Lo.Viendo el curso de la batalla, el vicealmirante Takijirō Ōnishi ordenó el despliegue de su Fuerza Especial de Ataque, una unidad kamikaze que logró llevarse por delante[3] [5] al USS St.-Lo, de la escolta de Taffy 3.

[editar] Bajas
Dos portaaviones de escolta, los destructores Hoel y Johnston, el destructor de escolta Samuel B. Roberts y otras cuatro naves menores se fueron al fondo en la costa de Samar. El destructor Heermann, pese a su inferioridad de fuego, logró sobrevivir a la batalla, aunque sufriendo seis bajas.

Más de mil marineros y asistentes aéreos de los portaaviones murieron durante el ataque. Además, a consecuencia de errores de comunicación y otros problemas técnicos, un gran número de supervivientes de la fuerza Taffy 3 quedaron abandonados durante varios días, muriendo innecesariamente por hambre, sed o sus heridas.[3] [5]

[editar] 25-26 de octubre: la batalla de Cabo Engaño

Los portaaviones nipones Zuikaku (izquierda), y -posiblemente- Zuihō, atacados por bombarderos en picado al principio de la batalla de Cabo Engaño.La Fuerza Norte de Ozawa, que había logrado distraer la atención de Halsey sobre la Fuerza Center, se componía de cuatro portaaviones: el Zuikaku, último superviviente de los seis que habían atacado en Pearl Harbour- y los portaaviones ligeros Zuihō, Chitose (1938 Chitose]] y el Chiyoda, dos viejos acorazados reconvertidos en portaaviones tras la Primera Guerra Mundial: el Hyūga y el Ise.[12] A esta singular combinación de portaaviones escoltaban tres cruceros ligeros -el Ōyodo, el Tama y el Isuzu, con unos nueve destructores. Esta fuerza se complementaba con 108 aviones.[3]

La fuerza de Ozawa no fue localizada hasta las 16:40 del 24 de octubre, principalmente porque el Task Group 38.3 de Sherman, situado al norte del sector de Halsey, estaba más ocupado con el ataque a Kurita y los aviones que llegaban desde Luzón que con la búsqueda de la esquiva flota de Ozawa. La mañana de 24 de octubre, Ozawa interceptó un mensaje estadounidense que informba sobre la retirada de Kurita. Como hemos señalado anteriormente, Ozawa solicitó permiso para retirarse, pero recibió órdenes de realizar un ataque "contando con la ayuda divina". La fuerza a la que se iba enfrentar era abrumadoramente superior. Entre otras unidades, contaba con cinco grandes portaaviones, ( Intrepid, Franklin, Lexington, Enterprise, y Essex), cinco portaaviones ligeros ( Independence, Belleau Wood, Langley, Cabot y San Jacinto), seis acorazados (Alabama, Iowa, Massachusetts, New Jersey, South Dakota y Washington), ocho cruceros (dos pesados y seis ligeros) y más de cuarenta destructores. La fuerza aérea adjunta a este grupo ascendía a 601 unidades.[3]

A las 2:40 del 25 de octubre, Halsey envió a la cabeza del grupo a la Task Force 34, compuesta por seis acorazados de la IIIª Flota, y dirigida por el vicealmirante Willis A. Lee. Halsey planeaba que Mitscher lanzase el ataque con sus unidades aéreas, a las que sucedería un intenso bombardeo desde los acorazados de Lee.[3]


La tripulación del Zuikaku saludando el arriado de bandera, que representa el fin de las funciones del Zuikaku como navío insignia de la Armada Imperial Japonesa.Al amanecer del 25 de octubre, Ozawa inició el ataque, lanzando 75 aviones contra la IIIª Flota. La mayoría fueron derribados por las patrullas aéreas estadounidenses, y la flota no llegó a sufrir ningún daño. Algunos de ellos lograrían aterrizar en las bases de Luzón. Durante la noche, Halsey había enviado sus indicaciones tácticas a la Task Force 38 del almirante Mitscher, en las que ordenaba el ataque de 180 aviones antes del amanecer. Cuando a las 7:10 las patrullas de exploración dieron con la Fuerza Norte nipona, los aviones ya llevaban un rato volando en círculos sobre la flota estadounidense. A las 8 se lanzaron al ataque, deshaciendo fácilmente la defensa japonesa, que apenas llegaba a los 30 aviones. Los ataques estadounidenses continuaron hasta la tarde, realizándose 527 despegues contra la Fuerza Norte, y hundiendo el Zuikaku, el Chiyoda y el Akitsuki. El Chiyoda se perdió sin remedio. El portaaviones ligero Chitose y el Tama quedaron inutilizados, y Ozawa tuvo que transferir la bandera al crucero ligero Ōyodo.

[editar] La crisis – La VIIª Flota pide ayuda
Poco después de las 8 llegaron sorprendentes mensajes de auxilio de la VIIª Flota. Uno de los mensajes, enviado por Kinkaid, decía sencillamente:"MI SITUACIÓN ES CRÍTICA. ACORAZADOS RÁPIDOS Y APOYO AÉREO PUEDEN IMPEDIR QUE EL ENEMIGO DESTRUYA PORTAAVIONES DE APOYO Y ENTRE EN LEYTE". Halsey refiere en sus memorias que el mensaje le dejó conmocionado, y se dedicó a revisar personalmente los ultimos mensajes recibidos de la VIIª Flota para tratar de esclarecer una situación que se le antojaba incomprensible. Al parecer, no había llegado un mensaje de vital importancia enviado por Kinkaid alrededor de las 10:00. Halsey posteriormente declararía que sabía que Kinkaid estaba en problemas, pero que ignoraba la gravedad de la situación.

Una de los mensajes más alarmantes de Kinkaid, enviado tras el combate en el Estrecho de Surigao, informaba de la falta de munición en los acorazados de la VIIª Flota. Este mensaje tampoco logró convencer a Halsey de la urgente necesidad de apoyo de la VIIª Flota.[1] [2] [3] En realidad, esta falta de munición era una argucia de Kinkaid para obtener los refuerzos solicitados,[3] pero Halsey no podía saberlo.

A unos 5.000 kilómetros de Pearl Harbour, el almirante Nimitz había estado recibiendo informes de las desesperadas llamadas de Taffy 3, y envió a Halsey un lacónico mensaje:TURKEY TROTS TO WATER GG FROM CINCPAC ACTION COM THIRD FLEET INFO COMINCH CTF SEVENTY-SEVEN X WHERE IS RPT WHERE IS TASK FORCE THIRTY FOUR RR THE WORLD WONDERS".[13] El mensaje contenía una alusión a un poema de Tennyson sobre la carga de la brigada ligera, oportuna alusión al 90 aniversario de la batalla de Balaclava. De cualquier modo, sobre las 11:15 -más de dos horas después de los apurados mensajes enviados por la VIIª Flota- Helsey ordenó a la Task Force 34 dar media vuelta y poner rumbo sur hacia Samar. En aquel momento los acorazados de Lee casi tenían a tiro la fuerza de Ozawa, y aún habrían de transcurrir dos horas y media antes de que los destructores de escolta de la Task Force 34 pudieran repostar y ponerse en movimiento.[3] Tras esta desafortunada sucesión de retrasos, ya era demasiado tarde para poder asistir a la VIIª Flota, más que para colaborar en el rescate de supervivientes de Taffy 3, mientras las fuerzas de Kurita huían a través del Estrecho de San Bernardino. Sin embargo a las 16:22, en un desesperado intento de intervenir en los acontecimientos de Samar, Hasley formó una nueva task Force -la TG 34.5, compuesta por los acorazados rápidos USS Iowa y USS New Jersey, capaces de alcanzar los 32 nudos náuticos, tres cruceros y ocho destructores- que encomendó al vicealmirante Badger. Badger se lanzó hacia el sur, seguido por cuatro acorazados más lentos. Tal como Morison señaló, si esta fuerza hubiese interceptado la retirada de Kurita habría tenido serios problemas para enfrentarse a la muy superior potencia de fuego enemiga.[3] Los cruceros y destructores de la Task Force 34.5 tuvieron más éxito, logrando hundir al destructor Nowaki, que se alejaba renqueante del Estrecho de San Bernardino.

[editar] Batalla de Cabo Engaño: Desenlace

El destructor japonés Akizuki, en llamas tras la batalla.Cuando Halsey ordenó la vuelta de la Task Force 34 hacia el sur encomendó un grupo de cuatro de sus cruceros y nueve destructores al mando del Vicealmirante DuBose, reasignándolos a la Task Force 38. A las 14:15 Mitscher ordenó a DuBose iniciar la persecución de los restos de la Fuerza Norte nipona. Sus cruceros remataron al maltrecho Chiyoda a las 17:00, y cerca de las 21:00 hundieron al destructor Hatsuzuki tras un cerrado intercambio de fuego.[3] Cuando el almirante Ozara supo del despliegue de la relativamente débil fuerza de DuBose ordenó a los acorazados Ise y Hyūga volverse hacia el sur para atacar, pero no lograron localizar al grupo de DuBose, al que superaban en potencia de fuego. La retirada de parte de los acorazados de Lee en su triste intento de ayudar a la VIIª Flota dejaba expuesta de un modo absurdo a la Task Force 38 a un posible contraataque de la fuerza de señuelo de Ozawa. Sobre las 21:30, el submarino estadounidense Jallao logró acertar con un torpedo al Tama, que se fue a pique. Esta fue la última acción en la batalla del Cabo Engaño, y -exceptuando algunos ataques aéreos japoneses el 26 de octubre- el final de la batalla del Golfo de Leyte.

[editar] Crítica del mando de Halsey

Admiral William F. 'Bull' Halsey - Comandante de la 3ª Flota de los EEUU en el Golfo de Leyte, al igual que Takeo Kurita, incurrió en errores tácticosHalsey recibió muchas críticas por sus decisiones, principalmente por la orden de separar a la Task Force 34 para lanzarla en persecución de Ozawa y su retraso a la hora de apoyar a Kinkaid. La jerga de la marina militar de los EEUU acuñaría el sobrenombre de "Bull's run" para Halsey, haciendo una irónica combinación de su apodo "Bull" -el almirante era conocido como Bill Halsey- y una referencia a la desastrosa gestión de la primera batalla de Bull Run durante la Guerra de Secesión. En el informe elaborado tras la batalla, Halsey justificó sus decisiones alegando que:

"...la exploración de aviones reveló la presencia de la Fuerza Norte la tarde del 24 de octubre, lo que completaba la imagen de la escuadra enemiga. Me pareció infantil permanecer paralizado guardando el Estrecho de San Bernardino, así que concentré a la Task Force 38 durante la noche y nos dirigimos al norte con el propósito de atacar dicha Fuerza Norte al amanecer." "Creí que la Center Force había sufrido bastantes daños en el mar de Sibuyan como para no ser considerada una amenaza para la VIIª Flota."[3]
Halsey también explicó que había temido dejar a la Task Force 34 como única protección del estrecho sin apoyo de portaaviones que pudiesen protegerla de un eventual ataque aéreo lanzado desde Luzón, y que abandonar a un portaaviones en el área como cobertura de dicha fuerza habría debilitado demasiado la concentración de fuego necesaria al norte para atacar a Ozawa. Sin embargo, Morison afirma que el almirante Lee le había informado de que su flota estaba perfectamente preparada para cubrir tan sólo con acorazados el Estrecho, sin que fuese necesario dejar ningún portaaviones de apoyo.[3] Más aún, si Halsey hubiese mantenido una adecuada comunicación con la VIIª Flota habría sido perfectamente factible para los portaaviones de la Task Force 77 establecer una adecuada cobertura aérea sobre la Task Force 34, que de hecho habría resultado estratégicamente más eficaz que la defensa que tuvieron que mantener en solitario en Samar. Podría argumentarse que el hecho de que Halsey estuviera a bordo de uno de los acorazados, que teóricamente habría debido quedarse atrás -mientras el grueso de su flota se dirigía al norte contra los portaaviones japoneses- pueda haber influido en su decisión. Sin embargo, habría sido perfectamente factible -y lógico- que se hubiese llevado uno o dos de los acorazados rápidos de la IIIª Flota junto a los portaaviones en el ataque contra Ozawa, dejando el resto de sus fuerzas guardando el Estrecho. De este modo, el Estrecho habría quedado bien guardado, posibilitando el ataque contra la Fuerza Norte de Ozawa. Es probable que la decisión de Halsey se viese influida por su jefe de personal, el vicealmirante Robert Carney, quien era un apasionado partidario de llevarse todas las fuerzas posibles hacia el norte para atacar a la armada de Ozawa, quien consideraban la mayor amenaza japonesa en el área. Clifton Sprague, comandante de la Task Force 77.4.3 durante la batalla de Samar fue posteriormente muy crítico con las decisiones de Halsey, y con su incapacidad de informar propiamente de que su flanco norte no estaba ya protegido:

"Careciendo de cualquier información de que esta salida -refiriéndose al Estrecho de San Bernardino- ya no estaba bloqueada, era lógico pensar que nuestro flanco norte no quedaría expuesto sin advertencia."
Sobre la pasividad de Halsey a la hora de responder a sus desesperadas llamadas de auxilio, Morison escribe que

"Si la Task Force 34 hubiese partido unas horas antes, tras la primera petición de ayuda de Kinkaid, dejando los destructores atrás -ya que su reavituallamiento retrasaría dos horas y media la salida-, una todavía poderosa flota de seis acorazados dirigidos por el almirante Lee -el comandante de escuadrón con más experiencia de combate- habría llegado al Estrecho de San Bernardino a tiempo para enfrentarse con la Center Force de Kurita. Dejando a un lado los accidentes comunes a la guerra naval, todos los indicios hacen suponer que Lee podría haber "cruzado la T" de Kurita y destruir totalmente la Center Force."
Sin embargo, tal como el mismo Morison observa:

"La poderosa potencia de fuego de la IIIª Flota, mayor que la de toda la Armada Imperial Japonesa, nunca entró en acción excepto para rematar uno o dos barcos ligeros inutilizados.

Morison (1956), pp. 336–337[14]
Aunque quizás el comentario más esclarecedor es este informe del vicealmirante Lee como comandante de la Task Force 34:

"No se recibió ni se inflingió daño al enemigo en barcos asignados a la Task Force 34."

Informe de acción de la Task Force 34: 6 de octubre de 1944 – 3 de noviembre de 1944.
[editar] Análisis
*Por el lado japonés

El plan Sho-I-Go japonés era tácticamente débil y además se realizaron muchos fallos estratégicos en su desarrollo, comprometía una gran cantidad de unidades diastribuidas en tres frentes distintos que debían coincidir en Leyte, la falta de comunicaciones, la falta de información adecuada acerca de la posición y composición de las fuerzas estadounidenses y el factor sorpresa perdido en dos oportunidades por el vicealmirante Takeo Kurita imposibilitaron una dudosa victoria japonesa. Hay que sumar la falta de cobertura aérea y antisubmarina que adoleció la fuerza japonesa contribuyó grandemente a la derrota.

Los japoneses intentaron repeler o destruir la flota aliada que se disponía a invadir Leyte. Muy por el contrario, los Aliados consiguieron una contundente victoria frente a una muy inferior en número Armada Imperial Japonesa, prácticamente deshabilitándola para el resto de la guerra.

La batalla o combate de la isla Palawan tuvo como resultado la pérdida de los cruceros Atago, Takao y Maya, por fallo en la cobertura antisubmarina de Kurita. Se pierde el factor sorpresa por primera vez.

La batalla del mar de Samar se perdió por segunda vez un factor sorpresa ganado tácticamente por la falta de visión táctica de Takeo Kurita al no seguir avanzando para destruir la fuerza de portaviones de escolta y no tener información de Osawa acerca de sus resultados como señuelo.

La batalla del estrecho de Surigao se perdió exclusivamente por carecer Nishimura de radar, confiandose en solo en medios ópticos y de una suicida falta de información de que fuerzas enfrentaba a la salida del estrecho. Los continuos ataques de lanchas torpederas debió servir de alerta a Nishimura a la entrada de este.

La batalla del estrecho de San Bernardino tuvo como resultado la pérdida del Musashi, por carecer de cobertura aérea.

La batalla de Cabo Engaño fue la única parte del plan japonés que se cumplió parcialmente, al atraer Osawa a la poderosa 3ª flota japonesa hacía sus exiguas fuerzas con la pérdida de dos portaviones Este componente del plan era esencial para el éxito japonés y no supo ser aprovechado por Kurita.

Por primera vez se emplearon tácticas kamikaze de un modo organizado. El crucero australiano HMAS Australia fue alcanzado el 21 de octubre, y la Fuerza Especial de Ataque inició oficialmente sus ataques suicidas el 25 de octubre.

Los errores tácticos del vicealmirante Takeo Kurita anularon en cierto modo los errores cometidos por W.F. Halsey influyendo notablemente en el resultado de la batalla.

La desproporción existente entre el número de aviones empleados por ambos bandos, la calidad de los mismos —claramente a favor de los Estados Unidos en 1944—, además de la falta de pilotos experimentados en el bando japonés, marcaron decisivamente el resultado de la batalla.

Batalla Naval de Santiago de Cuba

La Batalla Naval de Santiago de Cuba tuvo lugar el 3 de julio de 1898 a la salida de la bahía de Santiago de Cuba durante la Guerra Hispano-Estadounidense.

La guerra Hispano-Estadounidense
En 1898 Estados Unidos ordenó a su flota del Pacífico que se dirigiera a Hong Kong e hiciera allí ejercicios de tiro hasta que recibiera la orden de dirigirse a las Filipinas y a la Isla de Guam. Tres meses antes se había decretado bloqueo naval a la isla de Cuba sin que mediara declaración de guerra alguna.

El 15 de febrero explotó en el puerto de La Habana el acorazado Maine de Estados Unidos, que se encontraba en Cuba en una visita antidiplomática de provocación que no había sido anunciada previamente. La explosión fue provocada deliberadamente por sus propios tripulantes, que se encontraban en tierra en una fiesta ofrecida por los españoles a pesar del bloqueo naval y del insultante comportamiento estadounidense. Estados Unidos acusó a España de la explosión y de inmediato declaró la guerra con efectos retroactivos al comienzo del bloqueo. Las tropas de Estados Unidos rápidamente arribaron a Cuba.

El 1 de mayo la flota del pacífico de Estados Unidos se enfrentó en batalla naval a la flota española de Filipinas. En aquel momento muy pocos creían que un país, como Estados Unidos, que hasta aquel momento no había tenido Armada y nunca había librado una guerra fuera de sus fronteras pudiese atacar y derrotar a la Armada española, considerada una de las mejores del mundo. Sin embargo, la escuadra española de Filipinas fue totalmente destruida en el llamado desastre de Cavite.


Prolegómenos de la batalla
El gobierno de España decidió envíar a Cuba otra flota de la Armada, bastante similar a la recientemente perdida en Filipinas, en el desastre de Cavite, al mando del almirante Pascual Cervera y Topete. La escuadra zarpó el 29 de abril. Estados Unidos, por su parte envió dos flotas a Cuba. En conjunto, ambas flotas eran claramente superiores militarmente a la española. Sin embargo, tenían la prohibición de enfrentarse por separado a la escuadra española, pues ésta estaba considerada una de las mejores flotas de su tiempo.

Pese a las soflamas lanzadas por la prensa española y el ánimo exaltado de la clase política, que unánimemente esperaba una aplastante victoria militar frente a Estados Unidos, los marinos españoles eran plenamente conscientes de que se enfrentarían a un enemigo claramente superior, con el consiguiente sacrificio inútil de las fuerzas navales españolas y las vidas de cientos de hombres. Antes de zarpar, Cervera escribió una carta a su hermano en la que, entre otras cosas, le decía: "Vamos a un sacrificio tan estéril como inútil; y si en él muero, como parece seguro, cuida de mi mujer y de mis hijos."

A su llegada a Cuba, la flota española permaneció atracada en el puerto de Santiago evitando el combate en mar abierto contra las flotas estadounidenses. Era un lugar aparentemente seguro, pues al enemigo le resultaba casi imposible entrar, pero del que resultaría muy difícil salir si la escuadra estadounidense establecía un bloqueo. Cervera estaba convencido de la imposibilidad de su escuadra de mantener un enfrentamiento directo con los estadounidenses, dada la manifiesta inferioridad y disminuida operatividad de sus barcos.

El Capitán de Navío Fernando Villaamil, jefe de la escuadrilla de destructores -y considerado un auténtico especialista en este tipo de barcos, diseñados por él mismo-, propuso realizar incursiones rápidas con sus ágiles y veloces destructores, atacando puertos de la costa Este de Estados Unidos (Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston) para forzar así a gran parte de la escuadra estadounidense a volver para defender sus propias costas. De este modo, se habrían igualado las fuerzas navales de ambos contendientes en Cuba. Seguro que pesó en la postura de Villaamil el conocimiento de que el puerto de Nueva York carecía prácticamente de defensas militares, hecho que hace notar en su libro Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus. De una u otra forma, estos planes no fueron ejecutados, tal vez por la oposición del almirante Cervera, que optó por que todos los buques permaneciesen en puerto.

La escuadra estadounidense arribó el 19 de mayo al puerto de Santiago de Cuba. El 25 de mayo, Cervera envió un telegrama al ministro de Marina en estos términos: "Estamos bloqueados. Califiqué de desastrosa la venida para los intereses de la Patria. Los hechos empiezan a darme la razón. Con la desproporción de fuerzas, es imposible ninguna acción eficaz. Tenemos víveres para un mes."

La escuadra del almirante Cervera permanecía bloqueada en el puerto de Santiago, sometida a todo tipo de presiones para que presentara batalla a la escuadra estadounidense del almirante Sampson. Sin embargo, Cervera se resistía a salir de la seguridad del puerto. La flota estadounidense permanecía fuera del puerto esperando la salida de los buques españoles. Por las noches siempre había dos buques estadounidenses vigilando e iluminando con sus proyectores la bocana de salida sin que las baterías de costa pudiesen molestarlos.

El Jefe de Estado Mayor de la Escuadra de Cervera, el Capitán de Navío Joaquín Bustamante propuso al Almirante una salida nocturna escalonada para evitar la pérdida total de la escuadra, pero al igual que la propuesta de Villaamil, la idea fue desestimada.

Desde el 19 de mayo hasta el 3 de julio de 1898, fecha en que tuvo lugar el combate naval, la escuadra española colaboró con el Ejército de Tierra defendiendo Santiago, y hubo un intenso cruce de telegramas entre Santiago, La Habana y Madrid acerca de cómo proceder a la vista del desarrollo de las operaciones militares en tierra y el bloqueo naval por la escuadra del Almirante Sampson.

Los estadounidenses trataron de encerrar la escuadra de Cervera provocando el hundimiento del vapor Merrimac, cargado de carbón y con un cinturón de jarras llenas de pólvora que se harían explotar en el momento oportuno. Se presentaron siete voluntarios para esta heroica misión. El Teniente de Ingenieros Hobson y seis hombres. El buque fue descubierto por los centinelas y el fuego comenzó de inmediato desde la batería de Punta Gorda, mientras que al mismo tiempo, se dispararon dos torpedos desde los cazatorpederos, provocando el hundimiento del navío sin que llegaran a detonar las jarras de pólvora. El barco quedó hundido cerca de Cayo Smith y la entrada de Santiago continuó libre. El Teniente Hobson y sus hombres fueron rescatados del mar en una balsa volcada y a la deriva, y hechos prisioneros de guerra y tratados por Cervera con gran caballerosidad y humanidad.

El día 2 de julio de 1898 el capitán general Ramón Blanco ordenó desde La Habana a Cervera abandonar el puerto de Santiago ante la inminente ocupación de la ciudad por las fuerzas terrestres estadounidense y el consiguiente peligro de captura de los barcos.

Cervera, convencido de la imposibilidad de lograrlo y de que el intento constituiría un verdadero suicidio, escribió al Ministro de Marina D. Segismundo Bermejo: "Con la conciencia tranquila voy al sacrificio, sin explicarme ese voto unánime de los generales de Marina que significa la desaprobación y censura de mis opiniones, lo cual implica la necesidad de que cualquiera de ellos me hubiera relevado."

[editar] La batalla
Por diversas razones, en la madrugada del 3 de julio algunas unidades estadounidense habían abandonado su posición de bloqueo, (el acorazado Massachusetts se encontraba en la bahía de Guantánamo repostando carbón de uno de los barcos de apoyo allí anclados. Asimismo el crucero New York se había alejado de la línea de bloqueo para recoger al almirante Sampson y transportarlo a la costa a petición del general Shafter, comandante de las fuerzas terrestres estadounidenses, para analizar la situación de dichas fuerzas y el posible apoyo que los barcos de Sampson podrían prestarle en el asalto a la ciudad de Santiago, dada la difícil situación en la que se encontraban - tal era ésta que incluso se planteó la posibilidad de retirar las tropas si no arreciaba la oposición española -, por lo que la escuadra española compuesta por un crucero acorazado (Cristóbal Colón) sin su armamamento colocado, tres antiguos cruceros protegidos (Infanta María Teresa, Vizcaya y Almirante Oquendo, los tres de la misma clase) y dos modernos destructores contratorpederos (Plutón y Furor, de la clase Furor ambos) se enfrentaban a tres acorazados modernos (USS Iowa, USS Indiana y USS Oregón, estos dos últimos de la misma clase), un crucero acorazado (USS Texas, similar al Maine), dos nuevos cruceros protegidos (USS Brooklyn y USS New York, este último regresó justo a tiempo para participar en el final de la batalla), un cañonero (USS Ericsson) y tres cruceros auxiliares (USS Gloucester, USS Resolute y USS Vixen, El primero, el anteriormente conocido como Corsair, el yate de J. P. Morgan el segundo, era un mercante reconvertido, y el tercero, un yate armado, que fue propiedad de Peter Arrell Brown Widener).

Cervera, convencido de su inferioridad, decidió salir a primeras horas del día, el 3 de julio, navegando hacia el oeste y pegado a la costa para salvar el mayor número de vidas posibles. La decisión del Almirante de partir para el combate con luz diurna, se fundamentó en su preocupación por la seguridad de sus barcos. Esta decisión era, militarmente hablando, la peor de todas las posibles, pues probablemente una salida nocturna o en un día de mal tiempo hubiese sido más adecuada. Además, la estrechez del canal de salida del puerto obligó a los barcos a navegar uno tras otro.

Cuando salieron los buques españoles Sampson se encontraba todavía en tierra y solo estuvo presente al final de la batalla, por lo que la flota estadounidense fue dirigida por el Comodoro Schley. Sampson había decidido utilizar el USS New York (donde iba embarcado) para desplazarse a su entrevista con Shafter, en vez de utilizar una lancha auxiliar en esa calmada mañana. Esto privó a la flota estadounidense de uno de sus dos buques más rápidos (USS New York) durante casi toda la batalla. Hasta el regreso de Sampson casi al final de la batalla, la flota estadounidense fue dirigida por Schley, embarcado en el USS Brooklyn.

Siguiendo las órdenes especificadas por Cervera, los buques españoles salieron en orden decreciente de tamaño y potencia de fuego. Así, la escuadra española salió de puerto encabezada por el buque insignia Infanta María Teresa, en el cual se encontraba embarcado el almirante Cervera. Todos los barcos dejaron el puerto a intervalos demasiado largos y siguiendo todos la misma ruta.

Cervera dirigió a su buque insignia, Infanta María Teresa hacia el buque estadounidense más cercano, el "Brooklyn". Al observarlo el Comodoro Schley, que se encontraba a bordo del Brooklyn, ordenó al Brooklyn que diera media vuelta y se alejara para evitar un hipotético intento de espoloneamiento. Al comprobar que el Infanta María Teresa no intentaba dicha maniobra, sino huir, ordenó al Brooklyn regresar a la posición original, momento en el cual estuvo a punto de colisionar con el Texas.

Los buques estadounidenses pudieron rodear y cañonear todos a la vez al Infanta María Teresa, que fue atacado en desigual batalla de un único buque contra una escuadra entera.

Al Infanta María Teresa le siguieron en la salida el Vizcaya y el Cristóbal Colón, que se alejaron intercambiando disparos a larga distancia. Por ello, el fuego de la toda flota estadounidense se centró sobre el siguiente buque en salir: el Almirante Oquendo.

Los últimos barcos en abandonar el puerto fueron los pequeños y rápidos destructores de Villaamil, Furor y Plutón, que sufrieron importantes daños en poco tiempo; con su pequeña artillería poco pudieron hacer contra el enemigo. El Plutón se hundió rápidamente. A bordo del Furor, Villaamil había muerto intentando subir a la torreta del cañón de proa para disparar contra los estadounidenses.

Una vez liquidados los destructores, la escuadra américana perseguió al Vizcaya hasta dejarlo también fuera de combate.

El Cristóbal Colón, la unidad más rápida y moderna de la flota española, se alejaba a toda máquina. Y hubiera quizá escapado si no se le hubiera agotado el carbón inglés de alta calidad, por lo que debió proseguir viaje con carbón cubano, de inferior calidad. Esto le hizo perder sustancialmente velocidad y la ventaja obtenida hasta el momento. Pese a que no recibió grandes daños gracias a su blindaje, su comandante, al ver que no podía escapar, decidió embarrancarlo. Los estadounidense pensaron que la actitud del Cristóbal Colón de huir sin siquiera combatir era debida a la cobardía, y solo después de la batalla supieron que el barco no se le había instalado todavía su artillería principal y otros armamentos y por lo tanto poco podía hacer.

Todos los grandes cruceros, tras ser alcanzados por el fuego enemigo, aguantaron suficiente tiempo a flote como para ser embarrancados cerca de la costa sin hundirse, por lo que todos sus mandos y muchos de sus oficiales y marineros sobrevivieron a la batalla. Por el contrario, los pequeños destructores sufrieron daños más graves. Además de Villaamil, el militar de mayor graduación fallecido en la batalla, murió la práctica totalidad de los tripulantes. El cadáver de Fernando Villaamil nunca fue recuperado.

[editar] Consecuencias
Al final de la batalla, sólo el contratorpedero Plutón había sido hundido directamente por los disparos enemigos, pero todos los buques españoles estaban embarrancados y seriamente dañados. Los cañones españoles causaron pequeños daños en los buques estadounidense Brooklyn, Oregon, Texas, Indiana e Iowa. Los estudios posteriores a la batalla revelaron que ambas escuadras habían intercambiado un fuego impreciso, sin que fuera mejor el de los vencedores, pues los cañones de estos efectuaron cerca de 7.000 disparos, de los que sólo 123 alcanzaron el blanco.

Los datos más fiables sobre las víctimas reseñan un estadounidense muerto y dos heridos leves frente a 371 muertos, 151 heridos y 1.670 prisioneros españoles.

Cervera fue hecho prisionero. Otra suerte corrió el Capitán de Navío Fernando Villaamil, auténtico héroe y mártir de la batalla, que resultó muerto en combate a bordo del Furor.

El Capitán de Navío Joaquín Bustamante no participó en la batalla, pues había desembarcado al mando de las columnas de desembarco, resultó herido en la Batalla de las Colinas de San Juan, cerca de Santiago de Cuba y falleció pocos días después.

Tras la guerra Cervera tuvo que soportar la incoacción de un procedimiento contra él y sus oficiales supervivientes. El cual, tras el clamor popular y las voces que se pronunciaron a su favor desde el exterior, dieron como resultado el sobreseimiento de la causa y la restitución del honor del Almirante.

[editar] Conclusiones
La escuadra española fue enviada a una guerra perdida de antemano por unos dirigentes políticos que conocían la superioridad del enemigo, pero optaron por no enfrentarse a una población que había sido convencida del triunfo por una prensa irresponsable y sensacionalista y que no habría permitido que el ejército no actuara ante un ataque contra el territorio nacional (Cuba no era considerada una Colonia, sino una provincia más del país). El almirante Cervera y sus subordinados estaban resignados a ir a una guerra perdida en la que probablemente morirían.

Cervera y sus superiores mantenían posturas enfrentadas sobre la forma en que se debía actuar. Cervera acató siempre las órdenes recibidas, pero lo hizo a regañadientes, en el último momento y mostrando su disconformidad. La decisión de Cervera de salir de Santiago a pleno día y pegado a la costa sólo se explica desde el punto de vista humanitario, para tratar de minimizar el número de víctimas en la batalla, lo cual confirma que Cervera daba por perdida la batalla antes de iniciarla.

Esta forma de pensar coincide con su decisión inicial de evitar enfrentarse a la escuadra estadounidense y esperar resguardado en el puerto, lo que resultó indudablemente erróneo y contraproducente, pues de todos modos tuvo que acabar enfrentándose a la flota estadounidense, pero en una situación infinitamente más desventajosa que en una batalla en mar abierto, pues sus buques tuvieron que salir del puerto y prestar batalla de uno en uno. El puerto de Santiago era aparentemente un buen refugio, pues ofrecía protección a la flota frente a un ataque de fuerzas navales, pero, por esas mismas características, resultó una ratonera para la flota española al salir de puerto a prestar batalla.

Aunque hay que reconocer que las fuerzas navales españolas eran notablemente inferiores a las estadounidenses, Cervera fue incapaz de idear una estrategia militar coherente y estructurada. El Capitán de Navío Fernando Villaamil había propuesto realizar acciones ofensivas para hacer replegarse al enemigo y conseguir un mayor equilibrio de fuerzas, y el también Capitán de Navío Joaquín Bustamante había propuesto una salida nocturna escalonada. Ninguna de las dos propuestas fue atendida por Cervera, que optó por la inacción.

Además, Cervera pudo haber tomado otras decisiones erróneas: la distancia entre unos barcos y otros al salir fue excesiva, y resulta bastante discutible si el orden que eligió de salida de los barcos fue el adecuado.