viernes, 11 de diciembre de 2009

Islas y Peñones en el Norte de África (Islas Chafarinas)

Islas Chafarinas








Las mayores en extensión y, sin embargo, las últimas en pasar a formar parte del territorio nacional, las tres islas que conforman el archipiélago de Las Chafarinas fueron siempre un importante refugio de naves en las ocasiones en que los temporales de levante azotaban las costas norteafricanas.













Situadas frente al cabo de Agua y a 27 millas de Melilla, cerca de la desembocadura del río Muluya, fue el general Serrano, siendo Capitán General de Granada, el que toma posesión de las mismas el 6 de enero de 1848 y las bautiza con los nombres de El Congreso, Isabel II y El Rey.
La isla de El Congreso es un gran peñasco de 900 metros de largo y 500 de ancho, alcanzando una cota máxima de 134 metros. Media milla al Este, se encuentra Isabel II, la única habitada, de superficie sensiblemente circular, y en la que aparte de la guarnición existe una estación biológica dependiente del Ministerio de Medio Ambiente por el importante ecosistema, uno de los pocos en que se reproduce la gaviota de pico rojo (Audoin).
Algo más al Este se encuentra la Isla de El Rey, la menor y más alargada y sin otra particularidad que la de ser donde se halla el cementerio del archipiélago.

Islas y Peñones en el Norte de África (Islas de Alhucemas)

Islas de Alhucemas
Situadas en medio de la bella y amplia bahía formada entre los cabos de Quilates y Morro Viejo, la posesión española está constituida por la isla y dos islotes, islas de Mar y de Tierra, cercanas a ella y más inmediatas a la Costa.

Su tamaño y aspecto le hacen parecerse a un barco petrificado eternamente varado a 800 metros de las playas de Sfiha y Suani. Al igual que el Peñón de Vélez, era utilizado como base de piratería hasta que, el 28 de agosto de 1673, una pequeña escuadra mandada por el Príncipe de Montesacro la hace española.

Llegó a tener una población de 350 habitantes entre la guarnición y sus familiares e incluso algunos empleados estatales y comerciantes, por lo que su cementerio tiene un gran valor histórico.

Islas y Peñones en el Norte de África ( Peñón de Vélez de la Gomera)

Peñón de Vélez de la Gomera

El más alejado hacia el Oeste, dista 80 millas (45 minutos en vuelo de helicóptero), de Melilla y el primero en pertenecer a España. Este peñón calcáreo Tiene 260 metros de largo por 100 de ancho y una altura máxima de 90 metros (Batería de la Corona).

Fue conquistado el 23 de julio de 1508 por Pedro Navarro y después de numerosas vicisitudes y de cambios de mano fue reconquistado, por orden de Felipe II, el 6 de septiembre de 1564 por una escuadra al mando del Virrey de Cataluña, Marqués de Villafranca, permaneciendo ligado a España hasta el día de hoy.

En 1930, los aportes del río Bades y un corrimiento de tierras por un fuerte movimiento sísmico propiciaron el establecimiento de un istmo que cubre, en la actualidad, la escasa distancia entre el Peñón y la costa, quedando desde entonces unido a ésta.

Islote Perejil




Islas y Peñones en el Norte de África ( Oslñote Perjil)

Islote Perejil

La ocupación británica de Gibraltar en el siglo XVIII y el resurgimiento de Algeciras, ha quitado en estos últimos siglos el protagonismo que histórica y geográficamente debería tener Tarifa en el Estrecho de Gibraltar, que en buena lógica se debía de llamar Estrecho de Tarifa y no de Gibraltar.

Este abandono de nuestros intereses locales en el Estrecho nos ha hecho olvidar asuntos importantes que se han producido. Entre ellos el interés mantenido por diversas potencias internacionales por la posesión y dominio de un pequeño islote, vecino de nuestra ciudad y conocido en castellano como Isla Perejil y en árabe por Isla de TaEl islote de Perejil, también conocido por Coral, es una masa pétrea desprendida del cercano Yebel Musa, nuestra familiar Abila, el sobresaliente monte rocoso que desde la antigüedad fue considerado como una de las columnas de Hércules, y que vista desde la vecina Ceuta muestra una sorprendente silueta humana, que es conocida como la mujer muerta.

Su nombre parece derivar de las grandes matas de perejil que crecían antiguamente en su suelo. Algunos investigadores la han identificado con la isla Ogigia, de que se habla en la Odisea, donde según el poema de Homero, Callipso, la hija de Atlas y de Tethis, amó y retuvo a su héroe Ulises, arrojado a ella por las furias de Neptuno.

La isla está situada entre las puntas de Almanza y Leona, a una muía de ambas y a 6 de la plaza de Ceuta. Su forma es triangular y a pesar de su naturaleza pedregosa crecen bastantes arbustos, por contar con una capa de tierra vegetal.

Su dimensión es una milla de bojeo, alcanzando en algunos sitios los 74 metros de elevación. Una estrecha separación, más bien un canal de media milla, la separa del continente. La profundidad del agua a sus pies llega a alcanzar de 20 a 30 metros. En la costa Este aparecen dos pequeñas caletas, llamadas la más septentrional del Rey y la más meridional recibe el nombre de la Reina. Cercana a esta caleta aún se perciben restos de una torre y de un aljibe, construcciones realizadas durante la ocupación portuguesa, que poseyeron la isla que desde siempre ha sido parte integrante de Ceuta.

La Isla Perejil cuenta con una cueva de suficiente tamaño para albergar en su interior a 200 personas. Entre la isla y la tierra firme, está el fondeadero de Perejil, que puede dar cobijo a pequeñas embarcaciones, que ha sido utilizado tanto por pescadores que en mal tiempo buscaban su protección, como por contrabandistas, que encontraban resguardo ante la belicosidad de los habitantes cercanos.

En la actualidad se encuentra deshabitada, sólo ocasionalmente visitada por submarinistas deportivos, que encuentran en sus cercanías una zona adecuada para la práctica de su afición. Su última ocupación fue española, cuyas fuerzas militares se retiraran ya comenzando los años sesenta, dentro del proceso de descolonización de Marruecos. Sus últimos inquilinos, un destacamento de la Compañía de Mar formado por un cabo y cuatro soldados, que dependían de la Capitanía Militar del Norte de África.

Lo que verdaderamente interesa de nuestra vecina la Isla Perejil no es su escaso interés geográfico, al que acompaña su pequeño tamaño, sino su posición estratégica, equiparable a la que posee la Isla de las Palomas, por lo que desde hace siglos ha sido apetecida por diversas potencias que han querido acrecentar o iniciar su dominio del Estrecho de Gibraltar.
Desde 1415 hasta 1581 Ceuta y su zona de influencia que abarcaba Perejil fue portuguesa, pasando a España tras separarse Portugal. Nuestra nación devolvió al país vecino las plazas y dominios lusos, excepto Ceuta, su zona y Perejil. Esta posesión se confirmó en el Tratado Hispano-portugués de 1668.

Desde su traspaso a España la Isla Perejil careció de ocupación efectiva, hasta que en 1746 el gobierno español estudió su defensa, y en 1779 el general Orcasitas, a la sazón gobernador de Ceuta, dispuso el reconocimiento militar en ella.

Durante la guerra de la Independencia y en el año 1808, por consejo de Inglaterra, España tomó posesión de la isla, con objeto de vigilar desde allí, el paso de las naves napoleónicas por el Estrecho, haciéndose entonces algunos trabajos de defensa y artillándola.

Poco tiempo después, arribaron a la isla algunos soldados ingleses de la guarnición de Gibraltar para reforzar las fuerzas de ocupación española, hasta que en 1813 el rey Fernando VII pidió al gobierno de Inglaterra la evacuación de sus soldados, cosa que consiguió, quedando sólo nuestra guarnición unos años más, hasta que se dio orden que se retirase a la plaza de Ceuta, decisión motivada por razones económicas.


Pero poco antes del comienzo de la guerra de la Independencia, Inglaterra había levado a la isla cien infantes y algunos artilleros provenientes de Gibraltar. España reclamó contra semejante intromisión y los ingleses hubieron de abandonar su presa. Se publicó una Real Orden del presidente de la Junta de Gobierno, para que los ministros de la Guerra y Marina preparasen una expedición para recuperar la isla en aquella ocasión.

Aún desocupada, la isla seguía siendo un atractivo, por ello no es extraño que en el año 1836 los Estados Unidos trataran de entablar negociaciones para que se les permitiese el establecimiento de una estación carbonera en tan codiciado islote. Sus pretensiones fueron abandonadas ante la negativa de Inglaterra a que la nueva potencia emergente pudiera tener influencia en el Estrecho de Gibraltar.

Quedó desguarnecida y deshabitada, sin volverse más a hablar de ella hasta el año 1848, en que algunos indígenas de la kabila de Anyera, llevaron a cabo actos de hostigamiento contra la plaza de Ceuta, lo que motivó que el gobierno español presidido por Narváez, entablase una enérgica reclamación ante el sultán, exigiendo una rectificación de las fronteras. La decisión española aconseja al sultán Muley Abderrahaman a aceptar una extensión del dominio español hasta Jadú. La reacción del gobierno inglés no se hizo esperar, y al no reconocer los nuevos derechos españoles sobre la isla Perejil, trató de ocuparla con fuerzas de la guarnición de Gibraltar.

Alertado el gobierno español de los propósitos ingleses, mandó que un batallón del regimiento de Ceuta ocupara la isla. Tras una nueva reclamación, los ingleses terminaron por reconocer los derechos de España sobre el polémico islote.

Pero las pretensiones inglesas no habían finalizado y ante la inminencia de la guerra entre España y Marruecos de 1859, el gobierno británico le comunica al presidente del gobierno español O'Donell: no ocupar ningún punto en el Estrecho, en referencia directa a la Isla Perejil, cuya posesión diera a España una superioridad peligrosa para la navegación.


Nada nuevo ocurrió en el cercano peñasco, hasta el año 1887, en que en uso de la soberanía reconocida a España, el gobierno español intentó establecer un faro en la Isla, a fin de aminorar los peligros de la navegación.

El Ministerio de Fomento envió a la Isla Perejil una comisión en el vapor Katti, que tras estudiar el mejor emplazamiento, colocó para determinarlo unos piquetes de hierro con los colores de la insignia española. Esto dio lugar a que se alborotasen las autoridades marroquíes de Tánger y reclamasen ante el representante español en aquella zona, que autorizó a que fuesen arrancados por los propios delegados del gobierno marroquí aquellos signos que España había colocado, con lo que se entendía que se renunciaba a los derechos sobre la Isla Perejil.

Por aquellos años fueron los ingleses los que quisieron colocar una estación carbonera, cosa que no lograron, aunque sí consiguen que el sultán les autorice a sacar piedra de la isla, para construir los diques y muelles de Gibraltar.
En el año 1894 se propaló el rumor de que Marruecos había cedido a Inglaterra la Isla Perejil, mediante ciertas condiciones, lo que fue rápidamente negado por el representante del sultán. No obstante, la opinión pública se alarmó extraordinariamente, desde el Senado y el Congreso se llamó la atención del presidente del gobierno español, Mateo Sagasta, quien negó también los rumores que en la prensa habían salido.

El tema de la Isla Perejil seguía permanente en la política interior y exterior española, como muestra de ello, comentar como en los años 1887 y 1888 y posteriormente Groizard en 1894, hablaron de los solemnes derechos que España tenía sobre la isla, derechos que también aparecieron en la Guía General Marítima, publicada por el entonces Ministerio de Marina.
El tratado hispanofrancés de 1912, que delimita la zona del Protectorado español de Marruecos, no hace referencia alguna a Perejil, pero tras la formalización del protectorado, la Isla Perejil pasó a plena ocupación española, sin ninguna objección inglesa, estando ocupada militarmente hasta principio de los años sesenta como ante hemos indicado.

La historia no está concluida. Ya en periodo reciente en los preparativos del Estatuto de Autonomía de la ciudad de Ceuta, se consideró que la Isla Perejil pertenecía a la zona española. Sin embargo la redacción definitiva del estatuto no contempla explícitamente esta pertenencia.
(Datos de 1998, el resto es actualidad)

Isla de Santo Domingo

La isla Española, o isla de Santo Domingo, es una isla situada en el archipiélago de las Antillas Mayores. Sus límites geográficos son: al norte el océano Atlántico, al sur el mar Caribe o de las Antillas, al este el canal de la Mona y al oeste el paso de los Vientos que la separa de Cuba y el canal de Jamaica, que la separa de la isla homónima de Jamaica.
Tiene una longitud de 650 km y una anchura máxima de 241 km, con una superficie de 76.000 km², siendo la segunda isla mayor del Caribe, después de Cuba.
Políticamente está dividida en dos países: la
República Dominicana que ocupa la mayor parte de la isla y la República de Haití, que ocupa un tercio restante al occidente.

Historia
Cristóbal Colón bautizó la isla como La Española tras desembarcar en ella el 5 de diciembre de 1492 durante su primer viaje y la halló poblada por cinco naciones, mandadas por cinco caciques, de la etnia taína. Días después, en su costa norte, construyó con los restos del naufragio de la nao Santa María y la colaboración del cacique Guacanagaríx el Fuerte Navidad, primer emplazamiento europeo en el Nuevo Mundo.

Al año siguiente, tras la destrucción por los nativos de aquel establecimiento, Colón fundó, decenas de kilómetros más al este, la primera ciudad europea en
América, en el asentamiento al que llamó La Isabela.
Antes de la colonización, La Española era habitada por los taínos, quienes fueron sometidos a trabajos intensos y forzosos, y además, con las nuevas enfermedades traídas de Europa, mermaron la población hasta casi su desaparición. En 1519, y hasta 1533, algunos grupos de indígenas liderados por el valeroso cacique Enriquillo (Guarocuya) llegaron a rebelarse consiguiendo un estatus del que no disfrutaban anteriormente y creando un inicio hacia la liberación del pueblo indígena en la isla.
Los españoles, después de esto, no tuvieron suficientes esclavos para realizar los trabajos, lo que los llevó a importarlos desde África, para continuar con la construcción de la colonia.
La primera etapa colonial estuvo centrada en la explotación de los yacimientos de
oro, y luego en la producción azucarera. La cual cayó en el siglo XVII. Así, los colonos comenzaron la producción de tabaco, jengibre, café y ganado.
La ciudad de Santo Domingo es la ciudad más vieja del nuevo mundo fundada por europeos. Bartolomé Colón la fundó en 1496. Sus construcciones datan de finales de los siglos XV y XVI como la Catedral de Santa María la Menor (1530), El Alcázar de Colón (1505), El Palacio de los Gobernadores y Generales (1508), El Hospital de San Nicolás (1503), El Convento de Santa Clara (1553), la Academia Gorgon (1558), La Universidad de Santo Domingo (1530), el Monasterio de Santo Domingo (1510), la Ermita del Rosario (1496) y La Muralla de Santo Domingo (1540).
En 1606 fueron destruidas las ciudades de Puerto Plata, Motecristi, Bayaja y Yaguana, consideradas como focos de contrabando con Países Bajos e Inglaterra, siguiendo órdenes de Felipe III. Este suceso se conoce como las devastaciones de Osorio. Con las poblaciones de Bayaja y Yaguana se fundó Bayaguana y con Puerto Plata y Montecristi se fundó Monte Plata.
Las devastaciones de Osorio produjeron una parálisis económica tal, debido al abandono de la agricultura y ganadería, que a partir de
1604 fue necesario el «situado», dinero que la Corona Española otorgó a partir del Tesoro de la Nueva España, y que era destinado a pagar los sueldos de los funcionarios en La Española y en Puerto Rico.
La unión entre europeos y africanos de la colonia dio origen al mulato; los hijos de los europeos blancos se denominaron criollos.

La Española, con su inmejorable posición geográfica, fue motivo de disputa entre las potencias europeas. Después de las devastaciones de Osorio, se produjo el asentamiento francés en la isla, proclamado oficialmente en el tratado de Rijswijk y luego en el tratado de Basilea, que resultó ser el definitivo.

viernes, 4 de diciembre de 2009




(El “Valbanera” hundido, en la que sobresalen los mástiles y los pescantes de estribor)







(antes de su partida)


(Ingenio azucarero en las afueras de La Habana)
(La Bahía de La Habana, lugar donde se esperaba al Valbanera)



( Santiago de Cuba, primera década del siglo XX)










(S/C de La Palma comienzos del siglo XX)



( embarque de emigrantes de S/C de Tenerife)










Barco de La Palma salido para Cuba

RECORDANDO AL VALBANERA.

Durante la noche del 9 al 10 de septiembre de 1919, sorprendido en aguas de la provincia cubana de Matanzas por un ciclón y ante la imposibilidad de entrar a puerto por la bahía de La Habana, el vapor “Valbanera” salió a mar abierto a enfrentarse a su destino, hundiéndose en aguas del Estrecho de La Florida con 500 personas, entre pasajeros y tripulantes (muchos de ellos canarios).

Hemos querido acercarnos a esta tragedia de la emigración canaria, a través del lado humano, de la voz de uno de sus supervivientes.

INTRODUCCIÓN
En tiempos como los que nos ha tocado vivir, en donde vemos casi a diario, en los medios de comunicación, la tragedia de los inmigrantes que intentan alcanzar nuestras costas, no está de más hacer un ejercicio de memoria. Recientemente, veía en un periódico las imágenes de un gran barco, de aspecto deplorable (chatarra flotante) en las aguas del puerto de Freetown, en Sierra Leona, dispuesto a zarpar hacia aguas canarias, con su triste cargamento de seres humanos en busca de un futuro mejor. No pude por menos que recordar a tantos canarios, que a lo largo de la historia, tuvieron que dejar su tierra, en busca de lo que su país les negaba, y que en este septiembre de 2004 se cumplía el 85 aniversario de la tragedia del hundimiento del “Valbanera”.

POR EL LADO HUMANO DEL VALBANERA
¿Por qué me ha perseguido siempre la décima en mis investigaciones o las ha propiciado? se preguntaba el investigador Ricardo García Luis en su “Paisaje humano de la décima en La Gomera”, que servía de prólogo al libro: “Décimas de La Gomera. Poetas de Valle Gran Rey”. En él evocaba vivencias inolvidables, como el conocimiento de Juan Jara Santos, en el barrio de La Hondura, en Alojera, Vallehermoso (La Gomera). “Aún recuerdo su humilde casa: con piso de tierra batida y escaso mobiliario (pero donde se veía un baúl de emigrante eterno: a Cuba los años 1913 y 1919 -en el último viaje del mítico “Valbanera”- y como a los cincuenta y seis años, coge la derrota incierta del ‘Telémaco’). Ese día, ante su insistencia, tuvimos que escuchar la versión que nos hizo su esposa, dña. Isabel Santos, acerca del hundimiento del “Valbanera”en aguas del Estrecho de La Florida. Posiblemente uno de los relatos modernos, en verso, más populares de Canarias y que en sus diferentes versiones, tanto en romance como en décimas, recrean el último viaje del vapor “Valbanera”.

Septiembre mes memorablede mil nueve diecinueve,el público se conmueveante un caso irremediable.Las familias apreciables,de alta y baja esfera,preguntan por donde quiera todos los días sin cesar,por saber en que lugarse halla el correo Valbanera.
De Málaga el día trecesalió el vapor Valbaneraemprendiendo su carreracomo hizo varias veces.Tranquilo en el mar se metey toma su direcciónpara hacer escalafón a Puerto Rico y Canariassin ideas temerarias de su negra situación.El “Valbanera” fue construido en 1906 por encargo de la compañía naviera “Pinillos, Izquierdo y Compañía”, con la doble función de transportar pasajeros y mercancías, capaz de realizar largos viajes trasatlánticos. Tenía una capacidad para 1.200 pasajeros, en cuatro clases: Primera, Segunda, Tercera y Emigrante. De las condiciones en que viajaban los emigrantes no da perfecta idea el hecho de que el “Valbanera” ocupó las primeras páginas de los periódicos de Las Palmas de Gran Canaria el día 16 de julio de 1919 -dos meses antes de su hundimiento-, al desembarcar en el Puerto de La Luz a 1.600 pasajeros cuando sólo tenía 500 camarotes. Los canarios emigrantes que regresaban a su tierra habían pagado por el pasaje cantidades que oscilaban entre las 300 y 500 pesetas. La falta de camarotes obligó a que casi 1.500 personas viajaran en cubierta durante catorce días con alimentación insuficiente y soportando las inclemencias del tiempo. Se desató una terrible epidemia de gripe y treinta cadáveres fueron arrojados por la borda durante la travesía. La indignación popular ante el testimonio de los pasajeros llegó a tal punto que se intentó linchar al capitán del barco. La prensa local insistía en el procesamiento del marino y del médico de a bordo, con comentarios cómo este: “pueblos que consienten sin protestar que vuestros hogares se vistan de luto y vuestros seres queridos perezcan víctimas de epidemias en los barcos de Pinillos son pueblos muertos que deben desaparecer”. Continuaba el editorial responsabilizando al capitán y a la compañía de las condiciones inhumanas del viaje y pedían la intervención judicial. (Extraído de “Cultura oral y música tradicional de la emigración Canarias-América”. Proyecto de Desarrollo Comunitario. La Aldea de San Nicolás de Tolentino).

Tomamos el testimonio de Juan Jara Santos: “Mire, nosotros dibamos siete de Alojera y el único que había estado en Cuba era yo y para donde iba me seguían. Los pasajes iban pa La Habana, los siete. Cuando salimos de aquí (el 29 de julio de 1919) como que no habían barcos, porque los barcos que llegaban a Tenerife, que cruzaban por la península y eso, venían ya cargados. Estuve diecisiete días en Tenerife pa aguardar el Valbanera, ¡diecisiete días esperando! ¡aburridos ya!” Zarparía el “Valbanera” el 19 de agosto de 1919 desde Tenerife con rumbo al puerto de Santa Cruz de La Palma para ‘cargar’ más emigrantes. “Estuvimos también diecisiete días pa llegar a Santiago de Cuba”.


El día doce salióde Santa Cruz de La Palmacon tranquilidad y con calmahasta Santiago llegó. Allí se desembarcótodo el que lo deseaba,el que a bordo se quedabapara La Habana marcharsin poder adivinarla suerte que le aguardaba.

“De lo más que me acuerdo es que diba desembarcando mucho ajo y mercancías allí, ¡qué sé yo! Entonces mis compañeros -los seis más que iban de Alojera- empeñados en que querían saltar por Santiago de Cuba. Todavía faltaban tres días para llegar a La Habana pero ya ellos deciden saltar en Santiago de Cuba, a rumbo, ¡qué sabían ellos si aquí había que atravesar una parte de la isla, o tres, o cuatro!, ¡qué si tenían dinero!, porque entonces no corría el dinero y cada uno díbamos ná más que con el pasajito. Entonces les dije: ‘vamos a ver ¿qué dinero tienes tú?, ¿y tú?, ¿y tú?’, a ver si hacía yo juicio de que saltando por Santiago de Cuba alcanzaba de llegar a las zonas que yo conocía. Al fin creía yo que nos alcanzaba y uno de Arure, que todavía tenía que atravesar la isla más que yo, que diba él y un hijo, me dice que si yo podía remediarle, que si me sobraban diez duros, saltaba por Santiago de Cuba y que si no, tenía que seguir pa La Habana. Y le dije: ‘voy a echar el último resto porque a donde tengo que llegar ¡vamos allá a pasar hasta hambre! y no tengo con que llegar pero voy a darle a usted los diez duros’. Y salvé al padre y al hijo.

No fue el vapor a La Habanaporque en su fatal destino fue envuelto en un torbellinoen la costa floridiana.No pudo la fuerza humana detenerlo en su carrera,porque parece que era que el destino lo llevabadonde parece que estaba la tumba del Valbanera.

El último que salió del Valbanera pa Santiago de Cuba, fui yo. Y todavía me decía: ¿y podré llegar yo a dónde tenga conocíos?’ Entonces, donde nos dejó el tren nos echamos la maletita a lomo y caminamos legua y media. Llegamos a un pueblo que se llamaba Remedios, que allí conocía yo a individuos que tenían casas de comida, frente a una plaza y a una iglesia; había allí una cera, y cuando llegué allí ya aquel negocio lo tenían otras manos. Entonces les digo: ‘miren, quédense, dejen las maletas áhi y descansen en la cera que yo me voy a caminar por áhi, por las calles, a ver si veo algún conocío y nos da un plato de comía’, porque todavía nos faltaba una legua para llegar a Central, donde yo quería ir después de llegar a Remedios ¡con las maletas a lomo! una legua caminando después que nos dejó el tren. ¡Llegar allí y no encontrar qué comer! Entonces allí, caminando, dando vueltas por las calles, me encontré con un amigo, que por cierto era de Tazo, y nos dijo: ‘Vamos hombre, vamos a comer’. De allí garramos otra vez las maletitas y fui a Central donde yo conocía, que había trabajado cuando había ido soltero. Entonces no había trabajo porque estaba próximo a moler la caña en Central y ya estaban ocupados los puestos. Usted va p’aquí, y el otro p’allí... Y yo diba con ganas de ganar dinero. Entonces me mando p’al interior, en terrenos que estaban desplotando, montes y eso, pa sembrar caña. Los mosquitos estaban ¡así! y los jinjenes y todo eso... Llegue allí y a poquitos días, a los seis u ocho días de pegar a trabajar, me caen unas fiebres que me tuvieron que traer mis amigos y me metieron p’allí, pa un hospital, porque es lo que había en esos años allí. Lo que recuerdo es aquello oscuro, sucio, como ¡qué sé yo! Me metieron allí, abrieron una pluma de agua fría, que yo dije pa mí: ¡me muero del viaje! Y allí me emburujaron en dos andrajos y ¡gracias a dios que escapé!
Como que nosotros nos fuimos p’al interior, lejos, donde no habían periódicos ni había nada. Cuando yo me enteré que se había perdido el Valbanera ya había tiempo y en La Gomera ya habían llorado y eso. La familia averiguando, preguntando a Tenerife, a la casa consignataria a ver los que sacaron los pasajes pa La Habana... Y los de aquí, de Alojera, nosotros todos pa La Habana. Yo escribí, sí. En cuanto llegué escribí, ¡ay señor! pero sin saber que se había hundido el barco. Huy, en aquel tiempo tardaban las cartas...”

La primera noticia llegó de Vallehermoso. Uno que iba de Vallehermoso a Chipude, mi tío, y venía para acá. ‘¿No sabes la noticia que llegó a Vallehermoso, Isabel? Ahí esta en el periódico: el “Valbanera” se perdió. (“Causa horror y causa espanto/ en la ciudad habanera/ la nota que el ‘Valbanera’/ no llega ni por encanto...”) ¿Será posible?’ Y me iban dos sobrinos. Pues, nada. Mi tío encuentra una gente en el monte y me manda un papelito: ‘Isabel, me dijo Antonio Mora Barroso, que el “Valbanera” se perdió, así que ese rumor está. Esperar lo malo que lo bueno vendrá’. Fíjese usted qué noticia tan grande en aquel papelito. Eso fue en septiembre. (“El pueblo se desespera/ la tristeza es sin igual/ el silencio es sepulcral/ pues noticia no se tiene/ (...)/ Nos embarga un gran pesar/ cuánto llanto en los hogares/ hay cientos de familiares/ que ya lloran sin cesar”) El todo es que un lunes de octubre se me presenta una amiga que tenía yo en Valle Gran Rey -aquí todos en duelo que ni se amasaba ni nada-, vino a verme: ‘Mira, Isabelita, vine hoy aquí por verte, para decirte que a tu marido alguna cosa le pasó, puesto que Pancho Rolo -de Valle Gran Rey- saltó en Santiago de Cuba, a ver a su padrino, saltó mucha gente porque en el barco diban mal y tu marido tuvo que haber saltado allí también’. Digo: “Bueno, una esperancita es” -pero sin dormir de noche, como el que estuviera de duelo-.Hasta que el 25 de octubre llega carta desde Cuba. ¡Aquello fue una alegría ...!Como dice Juan Jara: “Lo que tiene que pasar, pasa”. Es el destino que había dicho ‘sí’, no sólo a él, sino a los 742 pasajeros-mayoritariamente canarios- que aquél 5 de septiembre de 1919 desembarcaron en Santiago de Cuba.

La poesía popular encontró campo abonado en la tragedia del “Valbanera”. No sólo recreando la suerte de los que habían tenido la fortuna de desembarcar en Santiago de Cuba y no seguir hasta La Habana aquel 8 de septiembre de 1919 -fecha en que el barco continuó su travesía- sino más aún en las circunstancias misteriosas de premoniciones y malos augurios sobre el fatal destino que le aguardaba al “Valbanera”.

*Un vapor tan importantecuando a Santiago llegóde a bordo se desertóuno de sus tripulantes.Ese ser tiene constanteun santo en su cabeceray le dijo que no fuera,que midiera bien sus pasos,que iba a sufrir un fracasoel correo Valbanera.*

*En Santiago atracado estaba el barco todavíacuando una niña llorando a su madre decía:-Vamos a quedarnos, mamita, -le suplicaba la nena-en el puerto de La Habana no hace escala el Valbanera.-Muchos pasajeros más lo mismo querían hacerpues la niña adivinaba y le podían creer.Así lo hizo su mamá pero algunos le dijeron:-Serán cosas de la niña porque ellas tienen miedo.-La niña quería reír pero se puso a llorar:-Desembarquen, caballeros, miren que se van a ahogar;yo se lo vuelvo a decir porque me dan penade que se vayan a morir a bordo del Valbanera.*

La fatalidad selló el destino de familias enteras: “Pero vamos a otro, que era de aquí de Canaria, y le había escrito a la mujer como que iba a venir, pero entonces le salió un negocio que le convenía estar más y se lo mandó a decir a la mujer. Pensó: ‘voy a tener que estar aquí alguito de tiempo y aprovecharme de esto y lo que voy es a dir y traer a mi mujer y mis dos niños, nos estamos unos añitos aquí y luego volvemos’. Cuando llegaron a Santiago de Cuba le dice a su mujer: ‘mira, ahí va gente conocida, yo, me dan ganas de saltar con esta gente aquí pa cuando llegue a La Habana estar preparado y salirvos al encuentro’. Eran tres días más, de Santiago allá se gastan tres días. Pues salta el hombre por Santiago de Cuba y deja su familia a bordo: la mujer y los dos hijos. ¡Lo que está para pasar tiene que pasar!”.

*1ª
Lo que me da que pensarque un señor desembarcóy en Santiago se quedópara un asunto arreglar,después tomó el tren centralen el carro de primeray él espera y desesperay llega a la capitala esperar a su familiaque venía en el Valbanera.*

*2ª
Después daba compasióncuando pasó los tres díasy en La Habana se decía:‘se perdió la embarcación’.Se le oprime el corazóny dice de esta manera:-¿para qué vivir quisiera?salve la virgen piadosa,a mis hijos y a mi esposaa bordo del Valbanera.*

*3ª
Virgen de la Caridadyo te ofrezco una oracióny con tu santo mantóna todos los salvarás.Reina de la felicidad,si se llegan a salvarte pondremos un altarlleno de entusiasmo y fe,pero nunca olvidarélos estragos de la mar.*

En cuanto al “Valbanera”, desaparece frente al puerto de La Habana la madrugada del 10 de septiembre de 1919. (“Ni aparece el vapor/ ni hubo uno que lo viera/ (...)/ no se ha podido encontrar/ ni restos de ese vapor”)... Y comienza la leyenda del “Valbanera”, hito trágico de la emigración canaria hacia el sueño antillano. Esta especie de ‘Titanic’ de los pobres en el que historia y mito han empezado ya a entremezclarse.

Causa horror y causa espanto en la ciudad Habanerala nota que el Valbanera no llega ni por encanto. Todo el pueblo está en llanto y es muy justo este dolor al no llegar el vapor por el puerto de La Habanaa la cosa no es jaranatengamos piedad y amor.


DÉCIMAS AL VALBANERA
Versión de Trinidad Mesa Bernal, Barrio de La Hondura en Alojera - La Gomera.

*1ª
Septiembre diez memorabledel mil nueve diecinueve,el público se conmueveante un caso irremediable.Una familia apreciable,de alta y baja esfera,preguntan por donde quieratodos los días sin cesar,por saber en que lugarse halla el correo Valbanera.*

*2ª
Un vapor tan importantecuando a Santiago llegóde a bordo se desertóuno de sus tripulantes.Ese ser tiene constanteun santo en su cabeceray le dijo que no fuera,que midiera bien sus pasos,que iba a sufrir un fracasoel correo Valbanera.*

*3ª
Ese gran vapor salió con muy buena direccióny dejando otra nación a nuestro puerto llegó.En Santiago descargó la mercancía a la carrera,:después en Bahía esperael despacho de la aduanay hoy la humanidad cristianano sabe del Valbanera. *

*4ª
El capitán temerariotomó rumbo a barloventoporque por el sotaventoel tiempo le era contrario.Se puso a leer un diarioy mandó a izar la banderay la ciudad Santiagueracuando oyó lo que pitabasabía que se marchabael correo Valbanera. *

*5ª
El pasaje fue encerradola tripulación barriday a los mares sumergida,el vapor abandonado.Al garete y destrozadodando tumbos como quiera,el pasaje está en esperade hundirse en el mar profundodándole un adiós al mundojunto con el Valbanera.*

*6ª
Yo siento los pasajerosque murieron con afán,al piloto, al capitány a los pobres marineros.Inocentes fogonerosmetidos en la carbonera,alimentan la calderadespués miran al fogóny sin saber que el ciclónazota al Valbanera.*

*7ª
Cuántos niños gritaríanbajo las cerradas puertasllamando a sus madres muertasque ya no les respondían,porque de terror moríanantes que el vapor se hundiera,qué horrible, qué muerte fieraqué agonía es despedirsede la vida para hundirsejunto con el Valbanera.*

*8ª
Lo que me da que pensarque un señor desembarcóy en Santiago se quedópara un asunto arreglar,después tomó el tren centralen el carro de primeray él espera y desesperay llega a la capitala esperar a su familiaque venía en el Valbanera.*

*9ª
Después daba compasióncuando pasó los tres díasy en La Habana se decía:‘se perdió la embarcación’.Se le oprime el corazóny dice de esta manera:-¿para qué vivir quisiera?salve la virgen piadosa,a mis hijos y a mi esposaa bordo del Valbanera.*

*10ª
Virgen de la Caridadyo te ofrezco una oración y con tu santo mantóna todos los salvarás.Reina de la felicidad,si se llegan a salvarte pondremos un altarlleno de entusiasmo y fe,pero nunca olvidarélos estragos de la mar.*

*11ª
Muchas familias de Españay cubanos en este caso,apretaban en sus brazoslos hijos de sus entrañas.El huracán hizo hazañaatemoriza a cualquiera,Dios y la virgen quisieradecía muy triste un señorque viniera otro vapora auxiliar al Valbanera.*

*12ª
El se perdió en Cayo Lunacon trescientos pasajerosy han salido cañonerospor ver si ven gente alguna.Pero la mala fortunano nos da ningún consuelo,no se descubre ese veloque nos tiene acongojados,el vapor ha naufragadoa los profundos del suelo.*

*13ª
Al bajo de Media Lunallegaron los submarinosen la pista del destino los buzos de la infortuna.Los buzos con fe oportunase colocan las viseras, bajan y avisan afuera que en los profundos del mar había un vapor casi igualal correo Valbanera.*

*14ª
Examinan el vaporque allí estaba naufragadode un modo garantizadopero el caso fue un error.Miran la banda estribory se fijan que no eray el vapor que mar afuerale telegrafiaba al Morro,como no encontró socorroel correo Valbanera.*

*15ª
Saludo a los comerciantesde Cienfuegos en un debercon gusto han mandado hacermisa a los naufragantes.Pobre de los navegantesque en tiempos de primaverade naciones extranjerasvienen como es naturaldispuestos a naufragarlo mismo que el Valbanera.*


*16ª
En fin, yo con sentimientoen hora tan solitaria,alzo al cielo mis plegariasinvocando al sacramento,porque no he visto talentoque el buque no se perdiera,todo el ser que se opusieracontra la Omnipotenciale servirá de experienciael caso del Valbanera.*

jueves, 3 de diciembre de 2009

Emigración de Canarias a Cuba fotos















Emigración de Canarias a Cuba

Emigración canaria a Cuba:La emigración canaria a Cuba fue cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas. Hoy no es raro el canario que tiene familiares en Cuba, y menos raro el cubano que lleva un apellido guanche. Porque los descendientes de aquellos emigrantes canarios del XVII poco tardaron en considerarse cubanos de pura cepa. Después de 1882 llegaron al continente americano más de tres millones y medio de españoles.

Las fuentes españolas reflejan un cifra menor debida seguramente a la emigración clandestina para eludir el servicio militar o por la falta de documentación en regla. Después de considerar los retornos la pérdida final de población apenas supera el millón de habitantes. Entre 1835 y 1850 Macías Hernández considera que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se dirigen a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la
guerra de independencia cubana.

La diáspora se prolongó en los primeros decenios de la centuria, hasta que en la década de los veinte se produce una inversión de la corriente, superando los retornos a las salidas. Si Cuba fue el principal destino canario, esta realidad adquiere más fuerza cuando hacemos referencia al emigrante palmero. En el bienio 1913-1914 Cuba acogía entre el 84,9 por 100 y el 87,3 por 100 de los emigrantes salidos por el puerto de Las Palmas, entre el 87 y el 87,2 por 100 de los que parten de Tenerife y entre el 99,2 y el 99,9 de los que embarcan en Santa Cruz de La Palma. De los 4.677 pasajeros considerados como emigrantes que parten en 1914 de Canarias, un 40,5 por 100 lo hacen del puerto de Tenerife, un 31,6 por 100 de Las Palmas y un 27,9 de La Palma.

Para 1915 la cifra se elevaba a 6.713 pasajeros, pero los porcentajes habían variado: un 38,4 por 100 tienen como punto de embarque Tenerife, un 44 por 100 Las Palmas y un 17,6 por 100 La Palma. Las condiciones de emigración del común de los españoles fueron muy diferentes de las de los canarios. Tras "pacificar" las islas, y en prevención de posibles rebeldías, los
Reyes Católicos ordenaron el traslado de grupos de población nativa guanche a las nuevas colonias de América. En lugar de llegar como colonos o soldados, los isleños, como se los conoce en Cuba, lo hicieron como mano de obra para las plantaciones de caña de azúcar. Los pobladores de Cuba de origen canario llevaron consigo sus devociones tradicionales. Así, el culto a la Virgen de la Candelaria, surgido en Tenerife en el siglo XIV, inspiró la construcción de una ermita en Guanabacoa.

Los propios canarios fueron quienes, en el siglo XVIII, la convirtieron en la hermosa iglesia de Santo Domingo. La influencia canaria en la cultura cubana actual es muy notable. A ella se debe la pronunciación peculiar del castellano en Cuba, y la preferencia por formas poéticas como la décima campesina. La improvisación, el punto guijarro o "repentismo", una persistencia de las fiestas campesinas o guateques y las famosas parrandas o Charangas. En ciertos lugares ha sido especialmente destacado el papel de los inmigrantes canarios. Entre ellos: Güira de Melena, Jaruco, Matanzas, San Juan y Martínez en Pinar del Río, Cabaigüan de Sancti Spíritus, Guanabacoa, San Cristóbal de La Habana, Jesús del Monte, Santiago de las Vegas, Bejucal, Santa María del Rosario y Remedios.

Familias enteras y sucesivas generaciones pudieron emigrar a Cuba. Para ellos,
el mar, más que un elemento de separación, lo ha sido de unión. Eran intereses más de tipo familiar o social lo que les movía en esta aventura. Los canarios fundaron las ciudades de Matanzas, Vuelta Abajo, Sagua, San Carlos de Nuevitas, Manzanillo y Santiago de las Vegas. Entre los canarios ilustres se encuentra Leonor Pérez, la madre de Martí, que ha dado nombre a la Asociación Canaria de Cuba. La emigración canaria constituye una de las facetas más destacadas en la historia insular. La significada aportación de los habitantes de Canarias al acervo sociocultural de las tierras americanas queda fuera de toda duda, pues varias generaciones de isleños cruzaron el Atlántico rumbo a América.

Este desplazamiento secular y su integración en los diferentes países receptores constituyó un elemento importante en la configuración social canario-americana.
Emigración femenina:Las mujeres conformaron también un grupo migratorio importante, sin embargo, la historiografía ha desestimado la emigración femenina, aunque ocupó un papel especial y desempeñó un mito entre las mujeres que sufrían las penurias económicas de la época. Se trataba de mujeres jóvenes, en su mayoría solteras que buscaban un acomodo y un bienestar que no les ofrecía su tierra. En general, se trataba de personas con capacidad laboral plena. El bajo nivel cultural y su origen humilde caracterizaban su status social, marchaban para probar suerte con el deseo de mejorar sus condiciones socioeconómicas.

Éxodo de isleñas:Según informa las estadística de emigrados con especificaciones del sexo, para el siglo XIX , de un total de 23.592 personas, 6.880 eran mujeres y 16.712 eran hombres. Tales cifras representaban un 29.16 por ciento de mujeres frente a un 70.83 por ciento de hombres. Aunque el número de emigrados fue significativamente superior a las emigradas y numéricamente la emigración masculina equivalía a más del doble de la femenina, si se compara con la emigración de la España peninsular o con la de otros países de tradición migratoria resulta bastante elocuente el éxodo de las Canarias.

Especialmente si tenemos en cuenta que para el caso cubano hubo migraciones exclusivamente masculinas, como fue el caso del pueblo chino. Asi por ejemplo, entre 1818 - 1839 de un total de emigrantes de 21.184, el número de mujeres fue 5.971, lo cual representaba el 28,18 por ciento. Entre 1832 - 1845 la salida de mujeres con destino a Venezuela, representó el 36,54 por ciento del total de los adultos emigrados. El caso de Uruguay entre 1840 - 1844 supuso el 41,3%. Asimismo la presencia de mujeres isleñas en Cuba ascendió en los años 1846 y 1860 según reflejaron los censos cubanos.


También hubo emigración clandestina femenina, que burlando los controles oficiales llegaban de manera ilegal a los países hispanoamericanos. La participación femenina se incrementó a lo largo del siglo; igualmente, aumentaron los grupos familiares donde, indudablemente, la presencia de las mujeres era un hecho. En cuanto a su nivel cultural, las mujeres ofrecen un porcentaje más alto de analfabetismo que los hombres, con lo cual queda patente el alto saldo de analfabetismo femenino. El perfil cualitativo de las isleñas que emigran para América revela un alto porcentaje de iletradas. Se trata de población adulta que nunca asistió a la escuela primaria, que participó poco en ella o estuvo mal escolarizada. La emigrante no marcha para mejorar su condición cultural, sino buscando una salida socioeconómica, intentando superar el mal endémico de crisis agrícolas continuadas y las escasas expectativas que le ofrece su terruño.


Tráfico de Mujeres Canarias:Las isleñas, ilusionadas con la esperanza de alcanzar la posición socioeconómica que su tierra natal le negaba, eran víctimas de las especulaciones de quienes se dedicaban al tráfico del género humano. En efecto, resultó un lucrativo negocio trasladar mujeres canarias a Cuba, pues muchas fueron engañadas por la compañías de embarque, ofreciéndoles falsas expectativas laborales.

En ocasiones, ante las escasas alternativas laborales, la mujer isleña de forma voluntaria trabajaba como prostituta. Es cierto que la mayor parte de las veces por engaño y las menos por su propio consentimiento, las isleñas eran destinadas a la prostitución. Además muchas de ellas fueron vendidas como
esclavas, subastadas como mercancía, en el muelle de la habana y destinadas a los prostíbulos tanto de la capital como del interior, con lo cual se practicó la trata de blancas. En 1855 el secretario de la Junta de Fomento de La Habana denunció que "se ven muchachas que ni noción tienen de sus deberes religiosos y que, según todas las apariencias, darían nuevo alimento a la prostitución de Canarias tan abundante es estas islas".

La contratación de mano de obra isleña era rentable. La explotación de las mujeres canarias como prostitutas en Cuba se podría considerar un sector de ocupación fundamental en el siglo XIX y en primeras décadas del XX. En 1855 estaban registradas en La Habana 200 casas de prostitución con un total de 651 meretrices, el 90% mujeres de color, extranjeras, peninsulares y canarias. Así lo confirma el historiador Hugh Thomas, indicando que en los burdeles en La Habana trabajaban muchas mujeres canarias. Sin duda, el tráfico de mujeres canarias y su explotación sexual en América fue una realidad, siendo víctimas de las especulaciones del género humano. No obstante, otras mujeres a través de la emigración mejoraron su situación socioeconómica.

El esfuerzo laboral y la capacidad de ahorro se tradujo en un aumento del nivel adquisitivo y por lo tanto en un ascenso en el grado socioeconómico. Así superaban el estadio de pobreza y miseria que generó la crisis económica en la que se vio inmersa Canarias, pero raras veces se refleja en el incremento del nivel cultural.