Erupción del Mont Pelée
El 25 de abril de 1902, el cráter del volcán Mont Pelée en la isla de la Martinica, en las Antillas, había ya dado señales de actividad y el 5 de mayo volcó un alud hirviendo que ocasionó las primeras víctimas y los primeros daños.
Era un aviso de lo que estaba por llegar, pero como en muchas ocasiones nadie hizo caso.Tres días después el día ocho, a las ocho y dos minutos de la mañana, se produjo la violenta erupción que destruyó la ciudad de Saint Pierre, situada a nueve kilómetros del cráter, muriendo más de 40.000 personas.
Se oyó primero una detonación fortísima y tras ella surgió una gigantesca y densa nube ardiente compuesta de óxido de carbono a 1.800 grados de temperatura que, precipitándose por un barranco, alcanzó en menos de un minuto la ciudad matando por asfixia y calor a todos los habitantes de manera instantánea.
Ante los ojos atónitos de las tripulaciones de los barcos que habían podido salvarse comenzó a surgir lentamente del cráter una enorme columna de basalto en forma de aguja más alta que la Torre Eiffel; desde el 3 de noviembre de 1902, hasta agosto de 1903 en que desapareció, llegó a elevarse hasta 1.575 metros de altura.
El único superviviente de esta pavorosa catástrofe fue precisamente, por cosas del destino, un hombre que no podía huir, un preso negro que mientras los hierros de la cárcel se fundían él sobrevivió en el fondo de su mazmorra sin luz situada a varios metros bajo el suelo.
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